“Esta crisis es el fruto de la falta de honestidad de las instituciones financieras y de la incompetencia de los políticos” (Joseph Stglitz, Premio Nobel de Economía)
La crisis deja al descubierto la verdadera cara del Neoliberalismo. Con ella cae también la ilusión de la sociedad postindustrial, un sueño en que la riqueza del "primer mundo" es sostenida por la "magia del mercado" en manos de prestidigitadores y trileros. Ahora este sueño se convierte en pesadilla.
Una "ideología" manipulada, utilizada como bandera de la libertad y el progreso durante décadas. Introducida desde la dogmatizada "teoría económica", según la cual la única ley del mercado debe ser la ley del mas fuerte, sus lemas son:
- Viva el capitalismo y la maximización de beneficios a cualquier costa como unicos creadores de riqueza.
- El egoísmo y el afán depredador deben ser los motores de la sociedad.
- El estado solo debe controlar a las masas y dejar que gobierne el dinero. Cualquier función protectora del estado es privatizable.
- Cualquier bien, servicio, o necesidad humana debe ser privatizado y generar dinero.
- Si alguien no posee dinero es porque no es productivo, no se le debe ayudar, así espabilara y creara un banco, fundara una multinacional energética, o venderá su cuerpo contribuyendo a la libre competencia y generando beneficios.
Si eres demasiado estúpido o no te crees capaz de triunfar según estas leyes siempre puedes meterte a economista "liberal", te darán una cátedra o hasta un Nobel y tendrás amigos importantes.
Según sus reglas deberíamos dejar que la "magia del mercado" ponga a cada uno en su lugar, sin embargo lo único que proponen para arreglar su desaguisado es que la intervención gubernamental que niegan para apoyar a los demás se utilice ahora para ¡ayudarles a ellos!.
No podemos ayudar al pobre o disfrutar de derechos y servicios universales pero debemos salvar a los bancos, propiedad de los más ricos del mundo y al mismo tiempo ser austeros, trabajar 65 horas semanales (12 horas diarias mas sábados) y contentarnos con salarios mas pobres. Encima nos harán culpables de todo, nos dirán que la inflación, las hipotecas y toda la debacle de occidente es culpa nuestra por creernos ricos, una mentira conveniente para ocultar el traslado de riqueza que se ha producido sin que nadie se queje.
Nos dicen, no hay dinero, hay que recortar gastos, no es bueno que los estados intervengan... Lo contrario de lo que hacen cuando los necesitados son los ricos. Entonces, todo es ayuda y los discursos de antes se olvidan.
Privatizar los beneficios y socializar las perdidas es la verdadera política de los partidos que nos gobiernan. ¿Debemos ayudar a los bancos que manejan esos partidos para que puedan embargar tu casa?.
No quiero olvidarme a los bancos centrales, sometidos al poder y la ideología ciega de los neoliberales que los gobiernan. Son unas instituciones falsas y peligrosas para la estabilidad de la economía mundial.
¿Cual es la respuesta de la UE?.
Nos dicen, no hay dinero, hay que recortar gastos, no es bueno que los estados intervengan... Lo contrario de lo que hacen cuando los necesitados son los ricos. Entonces, todo es ayuda y los discursos de antes se olvidan.
Privatizar los beneficios y socializar las perdidas es la verdadera política de los partidos que nos gobiernan. ¿Debemos ayudar a los bancos que manejan esos partidos para que puedan embargar tu casa?.
¿Cual es la respuesta de la UE?.
Nos dijeron que los gobiernos transnacionales eran la respuesta a todos nuestros problemas presentes y futuros. Ahora se revela la verdad, solo son una herramienta para aislar al poder del pueblo, para ocultar y distraer la responsabilidad. No podremos pedir acciones a nadie porque todos delegaran su INCOMPETENCIA.
Cualquier medida que tomen no solucionara la raíz del problema solo avivarán la hoguera con el dinero de todos. Para distraernos harán surgir debates innecesarios, nos dividirán mediante los nacionalismos e ideologías falsas para pelearnos por los despojos, nos harán sentir culpables de todo, y utilizarán el terrorismo, las guerras o cualquier terror que puedan para que no reaccionemos y nos convirtamos en personas dueñas de nuestro destino.
Ayer Bush dio un ultimatum, no a otro país, a su pueblo.
Cualquier medida que tomen no solucionara la raíz del problema solo avivarán la hoguera con el dinero de todos. Para distraernos harán surgir debates innecesarios, nos dividirán mediante los nacionalismos e ideologías falsas para pelearnos por los despojos, nos harán sentir culpables de todo, y utilizarán el terrorismo, las guerras o cualquier terror que puedan para que no reaccionemos y nos convirtamos en personas dueñas de nuestro destino.
Ayer Bush dio un ultimatum, no a otro país, a su pueblo.
El sacerdote es Cheney y el enterrador Paulson, guionistas de este entierro
"Si no tomamos medidas drásticas, la situación podría deteriorarse de manera irreversible". Así de cruda ha planteado la actual situación económica el presidente estadounidense, George W.Bush, en un discurso a la nación en el que ha querido dejar claro que sin su plan para salvar Wall Street el país entraría "en una larga y dolorosa recesión".
A los ciudadanos ha querido decirles que la mayoría del dinero que 'prestarán' para que el Gobierno se haga cargo de los activos 'dudosos' de las empresas financieras se recuperará "porque la mayoría de los americanos pagará su hipoteca".
Bush también ha dedicado unos minutos a detallar cómo se ha llegado a esta crisis, en un relato donde no ha habido un asomo de autocrítica. Según él, "muchos economistas coinciden en que la situación se ha ido desarrollando durante una década".
El presidente ha relatado cómo unos bajos tipos de interés y la inversión producida en el país en los últimos años generó una liquidez que contagió de optimismo al mercado hipotecario, provocando un exceso de oferta sobre la demanda que ha acabado con el colapso de empresas como Freddie Mac y ha contagiado a bancos de inversión como Lehman Brothers.
Sin embargo, ha querido dejar clara una cosa: "El capitalismo democrático sigue siendo el mejor sistema que sigue habiendo nunca y nuestro país sigue siendo el mejor del mundo para invertir y hacer negocio".
No debemos culpar a Bush, esas no son sus palabras, escuchemos su verdadera opinión en el siguiente video, donde explica las razones de todo esto así como de la guerra y la verdad del terrorismo.
No necesita traducción, nunca un político se había explicado tan claramente, sin ambajes ni demagogia, pero si deseas una explicación mas elaborada:
Rechazo masivo de los ciudadanos
Los correos de los congresistas están saturados de mensajes contra el plan anticrisis. Muchos rechazan que se apoye a los magnates responsables de la crisis y no a los ciudadanos. En total están previstas unas 150 protestas en todo el país.
"Mis teléfonos suenan sin parar y son casi 100 (llamadas) contra 1 en contra de esto", "La gente que ha pagado sus cuentas y trabajado duramente cree que no debería ser castigada por lo que hicieron otros", ha dicho el senador republicano Jim Demint, de Carolina del Sur, en una entrevista con Fox News.
Del mismo modo, el congresista de Colorado Doug Lamborn ha señalado que de los quinientos mensajes electrónicos que ha recibido de su distrito, un 96% están en contra del paquete de rescate.
"Es difícil discutir con la gente que dice que no hay que ayudar a los peces gordos que nos han llevado a esta situación", ha dicho.
La misma reacción han sentido los demócratas.
La senadora Barbara Boxer, de California, ha recibido casi 17.000 correos electrónicos, prácticamente todos en contra del paquete, según ha dicho su oficina al diario The New York Times.
El congresista Jim McDermont, del estado de Washington, ha tenido la misma experiencia. "La gente dice: protégenos a nosotros y no a Wall Street".
ENRON la advertencia que nadie escucho
A continuación copio algunos interesantes artículos, que explican la verdad sobre lo que esta pasando. Es fundamental que tengamos las ideas claras para que toda la "propaganda basura" y demás eslóganes no contamine nuestras mentes.
GIGANTES FINANCIEROS: IRÁN CAYENDO UNO DETRÁS DE OTRO
Es muy difícil que los ciudadanos normales, los que contamos como mucho en unos cuantos cientos de euros, nos demos cuenta del alcance real que está teniendo la crisis financiera y el desastre gigantesco que se está produciendo en los mercados.
Entre otras cosas, porque se están encargando de ocultarlo y, sobre todo, de disimular sus verdaderas causas.
Hemos perdido ya la cuenta de los grandes bancos, fondos de inversión o aseguradoras que han quebrado y de la cifra de los rescates que están pagando los bancos centrales y gobiernos para tratar de salvar a otros muchos.
Solo en esta semana son cientos de miles de dólares los que se han volatilizado, los que las autoridades han tenido que poner a disposición de los mercados (quiero decir, de los grandes banqueros y financieros que son, en realidad los que tienen cabeza, sentimientos y, sobre todo, bolsillo y no los mercados, como se nos dice) para inyectar la liquidez que parece haber desaparecido por completo.
Los ciudadanos se preguntan qué está pasando y qué es lo que va a pasar pero los medios de comunicación (la mayoría participados de modo determinante por los propios bancos) y los responsables gubernamentales apenas si se limitan a balbucear vaguedades y justificaciones abstractas que nada aclaran.
En realidad, lo que ha pasado es bastante simple. Nuestro sistema económico se ha ido consolidando como un sistema financiarizado porque la compra y venta de activos financieros, de papel, se ha convertido en la forma más fácil y rápida de obtener beneficios. Aunque también la más arriesgada y peligrosa.
Lo que ocurre es que para que eso haya sido posible ha resultado necesario expandir la generación de deuda hasta límites gigantescos. Hasta hace unos decenios la deuda la generaban los bancos con el fin de crear más dinero con el que podían financiar nuevas actividades económicas productivas.
Hay que saber algo muy sencillo. Cuando Pedro le presta a Solbes 100 euros en metálico, la cantidad de dinero existente en la economía permanece inalterada. Pero cuando Pedro deposita su billete de 100 euros en el Botine' s Bank y luego éste presta a Solbes 80 euros, resulta que la cantidad de dinero existente en la economía aumenta en 80 euros. Es verdad que no varia la cantidad de dinero en metálico (100€), pero sí el llamado "dinero bancario" que Botine's Bank acaba de crear (80€).
Es fácil entender el atractivo que tiene este aparentemente mágico negocio bancario: solo recogiendo en un lado, depositando una parte y prestando a otro se obtiene un sabroso beneficio y además se crea dinero que no es un mero papel sino, sobre todo, un instrumento de poder y decisión.
Cuanta más deuda se crea, más beneficio y cuanto más beneficio, más deuda se demanda.
Pero si esto se hacía tradicionalmente para financiar la actividad económica, lo que ahora sucede es que el dinero bancario se utiliza para realizar operaciones financieras que nada tienen que ver con las productivas que crean riqueza y empleo.
Y la crisis actual se ha producido porque hemos llegado al paroxismo. Por un lado, la deuda creada alrededor del boom inmobiliario de Estados Unidos y en general en los demás países es ingente, excesiva e insostenible. Por otro, esa deuda está basada cada vez más en papeles de muy poco valor, muy opacos, tremendamente arriesgados, volátiles, y muchos de ellos literalmente sin valor, como las hipotecas de millones de personas que han dejado de pagarlas.
Como la multiplicación de todas esas operaciones en papeles tan arriesgados llevaba consigo un peligro muy grande, y como se trataba de inversiones que se hacían con cargo a los depósitos o ahorros de particulares y empresas, los bancos trataron de disimular el pantanal de riesgo en el que se estaban metiendo. Y lo hicieron con la complicidad de dos instituciones que se han mostrado como auténticas corresponsables de la crisis: las agencias de rating que alteraban la calificación real de esos valores para hacer creer que no tenían problema, y los bancos centrales, que dejaron hacer libremente sin intervenir, o incluso facilitando todo ello, como en el caso de Estados Unidos.
Pero el pastel estaba llamado a ser descubierto y se descubrió cuando uno detrás de otro los bancos no pudieron disimular por más tiempo sus inversiones en subprime, en paquetes de hipotecas sin valor, en fondos inmobiliarios que ya no tenían mercado, en burbujas que habían estallado o estaban a punto de hacerlo... Comenzaron a quebrar o a hundirse uno detrás de otro y en esas estamos.
La procesión ha comenzado pero que nadie crea ni por asomo que se atisba su final. De hecho, en España ni siquiera ha comenzado, y es seguro que comenzarán a caer también.
Es seguro que van a seguir cayendo uno detrás de otro mientras que no se corte de raíz este proceso infernal de derivación financiera, de especulación desmedida, de descontrol de los capitales, de inversiones en burbujas...
Y es seguro que van a seguir cayendo mientras que los bancos centrales sigan haciendo lo que están haciendo: echar leña al fuego inyectando cada vez más dinero que no sirve sino para que las grandes financieras sigan haciendo lo único que saben hacer y que es lo que ha provocado la crisis.
Se ha llegado a una situación tan extrema que ya no cabe más solución que hacer mesa limpia, gobernar al dinero, domeñar a las finanzas, someter a los banqueros al poder de la democracia ciudadana, obligar a que la financiación esté al servicio de las empresas y los consumidores, prohibir el delito financiero continuado en paraísos y evasiones fiscales, imponer la transparencia y obligar a que los ricos respeten también principios elementales de moralidad y equidad.
Pero los que están en el poder no dicen ni quieren hacer nada. Ni son conscientes de lo que han liado ni tienen la más mínima idea de por dónde empezar a cortar ni, por supuesto, tienen la valentía suficiente para decirle a los banqueros y financieros que han provocado todo esto que hasta aquí hemos llegado y que tienen que hacer frente al desaguisado.
Tendremos que decirlo los ciudadanos.
EL CRACK, UN GOLPE DE ESTADO MUNDIAL
por Michael Hudson
por Michael Hudson
“Anteanoche, el Tesoro de los EE.UU. y la Reserva Federal cambiaron radicalmente el carácter del capitalismo norteamericano. Se trata, ni más ni menos, que de un golpe de Estado en favor de la clase que Roosevelt llamaba los “báncgsters”. Lo que ha pasado en las dos últimas semanas amenaza con alterar el curso del siglo que ahora rompe, y de alterarlo de manera irreversible si se salen con la suya. Pues de lo que se trata es de la mayor y más inequitativa transferencia de riqueza desde que se regalaron tierras a los barones de los ferrocarriles en la era de la Guerra Civil”
Nadie esperaba que el capitalismo industrial terminara de este modo. Es más, nadie se percató siquiera de que evolucionaba en esa dirección. Mucho me temo que esa ceguera no es inusual entre los futurólogos: la tendencia natural es pensar sobre la forma óptima de crecimiento y desarrollo de las economías. Pero siempre parece surgir un camino imprevisto, y entonces, la sociedad se va por una tangente.
¡Qué dos semanas! El domingo 7 de septiembre el Tesoro tomó el control de los 5,3 billones de dólares expuestos a riesgo hipotecario de las compañías Fannie Mae y Freddie Mac, cuyos jefes habían sido ya destituidos por fraude contable.
El lunes 15 de septiembre Lehman Brothers se declaró en bancarrota cuando posibles compradores de Wall Street no consiguieron hallar rastro alguno de realidad en su contabilidad financiera.
El miércoles, la Reserva Federal (FED) accedió a dar por buenas, a un coste de por lo menos 85.000 millones de dólares, las ganancias “aseguradas” que el American International Group debía a los tahúres financieros que, a través del comercio de valores computarizado, apostaron por las hipotecas basura y contrataron seguros de cobertura con este grupo asegurador, el A.I.G. (cuyo jefe, Maurice Greenberg, ya había sido destituido hace unos pocos años por fraude contable).
Pero es el viernes 19 de septiembre el que figurará en la historia de los EE.UU. como el momento de inflexión. La Casa Blanca comprometió al menos medio billón de dólares más en el empeño de re-inflar los precios inmobiliarios a fin de sostener el valor de mercado de las hipotecas basura (que son hipotecas contratadas sin tener en cuenta la capacidad de los deudores para pagar y que, encima, sobrestiman el precio corriente de mercado del colateral que se ofrece como garantía de la deuda).
Esos miles de millones de dólares fueron sacrificados para mantener vivo un sueño: las ficciones contables puestas sobre el papel por compañías que habían ingresado en un mundo irreal fundado en una contabilidad falsaria, que prácticamente todo el mundo financiero sabía tramposa. Pero todos jugaban con la compraventa de hipoteca basura empaquetada, porque aquí es donde se ganaba dinero. Incluso luego del colapso de los mercados, varios gestores ejecutivos de fondos de inversión que mantenían la lucidez fueron duramente criticados por no embarcarse en el juego mientras funcionara.
Tengo amigos en Wall Street que fueron despedidos por no lograr igualar los retornos que estaban consiguiendo sus colegas. Y los mayores retornos se conseguían comerciando con los activos financieros más grandes de la economía: la deuda hipotecaria. Sólo las hipotecas empaquetadas poseídas o garantizadas por Fannie y Freddie excedían ya el volumen de toda la deuda nacional de los EE.UU., que es el déficit acumulado por el Estado norteamericano ¡desde los días en que la nación ganó la guerra revolucionaria de independencia!.
Eso da una idea de las enormes dimensiones del rescate, así como de las prioridades del Estado (o, al menos, de los Republicanos en el Gobierno). En vez de despertar la Economía a la realidad, el Gobierno ha empeñado todos sus recursos en la promoción del irreal sueño, según el cual las deudas pueden ser satisfechas: si no por los propios deudores, por el gobierno (o los “contribuyentes”, como se dice, eufemísticamente).
Anteanoche, el Tesoro de los EE.UU. y la FED cambiaron radicalmente el carácter del capitalismo norteamericano. Se trata, ni más ni menos, que de un coup d’êtat a favor de la clase que Roosevelt llamaba los “báncgsters”. Lo que ha pasado en las dos últimas semanas amenaza con alterar el curso del siglo que ahora rompe, y de alterarlo de manera irreversible si se salen con la suya. Pues de lo que se trata es de la mayor y más inequitativa transferencia de riqueza desde que se regalaron tierras a los barones de los ferrocarriles en la era de la Guerra Civil.
Aun así, hay pocos indicios de que eso llegue siquiera a poner fin a los tambores y trompetas de libre mercado de los insiders financieros que han logrado destruir el control público por la vía de colocar en las principales agencias reguladores a reconocidos antirreguladores, generando así el caos que, según dice ahora el secretario del Tesoro Henry Paulson, amenaza los depósitos bancarios y los puestos de trabajo de todos los norteamericanos. A lo que realmente amenaza, claro está, es a los mayores contribuidores financieros a la campaña electoral de los republicanos (y, para ser justos, también a los mayores contribuidores a las campañas de los candidatos demócratas a puestos clave en los comités de finanzas del Congreso).
Una clase cleptocrática ha tomado el control de la economía, a fin de reemplazar el capitalismo industrial. El término acuñado en su día por Roosevelt –“báncgters”— lo dice todo en una palabra. La economía ha sido asaltada y capturada por una potencia foránea. No por los sospechosos habituales: no por el socialismo, no por los trabajadores, no por el “Estado sobredimensionado”, no por los monopolistas industriales; ni siquiera por las grandes familias de banqueros. Desde luego, no por la francmasonería o por los illuminati. (Sería maravilloso que, de verdad, existiera algún grupo que hubiera estado actuando en la sombra, con siglos de sabiduría acumulada: así, al menos, alguien tendría un plan). Lo que ha ocurrido es que los báncgsters se han aliado con una potencia foránea: no con los comunistas, no con los rusos, los asiáticos o los árabes; ni siquiera son humanos. El grupo en cuestión es un vástago de las máquinas. Puede sonar a película de Terminator, pero lo cierto es que las máquinas computarizadas han llegado a hacerse con el control del mundo, o al menos, del mundo de la Casa Blanca.
He aquí cómo lo lograron
La American International Group (A.I.G.) subscribió pólizas de seguros de todo tipo solicitados por la gente y por el mundo de los negocios: seguros de vivienda y de propiedad, seguros agropecuarios, incluso seguros para cubrir el arrendamiento aeronáutico. Ese rentabilísimo negocio no fue el problema. (Por eso mismo, será con toda probabilidad saldado para poder pagar las apuestas fallidas de la compañía.) La caída de A.I.G. vino de los 450.000 millones de dólares –casi medio billón— que le quedaron colgados al asegurar garantías a fondos hedge de libe inversión. En otras palabras: si dos partes jugaban un juego de suma cero, apostando la una contra la otra por la subida o la bajada del dólar frente a la libra esterlina o el euro, o si aseguraban una cartera hipotecaria o hipotecas basura para tener garantías de que se cobrarían, entonces pagaban una minúscula comisión a A.I.G. por una póliza que prometía pagar si, pongamos por caso, el mercado hipotecario norteamericano de 11 billones de dólares llegaba a “tropezar”, o si los perdedores que habían colocado billones de dólares en apuestas a derivados del mercado internacional de divisas o a derivados financieros de acciones u obligaciones terminaban en una situación parecida a la que se hallan muchos patronos de Las Vegas, esto es, incapaces de cubrir sus deudas en efectivo.
A.I.G. cosechó miles de millones de dólares con esas pólizas. Y gracias al hecho de que las compañías aseguradoras son un paraíso friedmaniano –no regulado por la FED, ni por ninguna ora agencia de alcance nacional, y por lo tanto, capaces de acceder a la proverbial barra libre sin supervisión pública—, la suscripción de esas pólizas se hacía por la vía del listado informático, y la compañía cosechaba enormes cantidades de honorarios y comisiones sin apenas poner capital de su parte. A eso es a lo que se llama “autorregulación”. Y así es como se supone que funciona la mano invisible del mercado.
Ello es que, inevitablemente, algunas instituciones financieras que se habían jugado miles de millones de dólares –normalmente, y para ser precisos, apostando mil millones de dólares en el curso de unos pocos minutos— no estaban en condiciones de pagar. Esos juegos se desarrollaban en microsegundos, como fogonazos en pantalla, prácticamente sin interferencia humana. En este sentido, no es tan distinto de los alienígenas haciéndose con el control. Pero en este caso se trata de máquinas tipo robot: de aquí la analogía que tracé con los Terminators.
Su repentino acceso al poder es tan imprevisible como una invasión procedente de Marte. La analogía que más se acerca es la invasión de los Chicos de Chicago, del Banco Mundial y de U.S.A.I.D. (Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional, por sus siglas en inglés) en Rusia y otras economías post soviéticas luego de la disolución de la URSS, urgiendo privatizaciones de libre mercado a fin de crear cleptocracias nacionales. Para los estadounidenses debería constituir un signo de alerta el que esos clepócratas se hayan convertido en las fortunas fundadoras de sus respectivos países. Deberíamos tener presente la observación de Aristóteles, según la cual la democracia es el estadio inmediatamente anterior a la oligarquía.
Las máquinas financieras que desarrollaron el comercio que terminó en la quiebra de la A.I.G. estaban programadas por ejecutivos financieros para actuar con la velocidad de la luz en operaciones de comercio electrónico que a menudo no duraban sino unos cuantos segundos, y eso, millones de veces al día. Sólo una máquina podría calcular la distribución de probabilidades matemáticas a partir de la observación de ínfimas variaciones, arriba y abajo, de tasas de interés, tasas de cambio y precios de acciones y obligaciones… y precios de hipotecas empaquetadas. Y estos últimos paquetes, cada vez más, cobraron la forma de hipotecas basura, pretendidamente deudas pagables pero, en realidad eran cáscara hueca.
En particular, las máquinas empleadas por los fondos hedge han dado un nuevo significado al capitalismo de casino. Hace mucho que se aplicaba a los especuladores que jugaban en el mercado de valores. Consistía en hacer apuestas cruzadas, perder algo y ganar algo,… y en dejar que el Estado rescatara a los no pagadores. El giro observable en la turbulencia de las dos últimas semanas es que los ganadores no pueden recoger las ganancias de sus apuestas, a menos que el gobierno pague las deudas contraídas por los perdedores, incapaces de satisfacerlas con su propio dinero.
Uno habría pensado que todo eso requiere algún grado de control por parte del Estado, que probablemente este tipo de actividad no debería haberse autorizado jamás. De hecho, nunca fue autorizada, y por lo mismo, tampoco regulada. Pero parecía haber una buena razón para ello: los inversores de los fondos de cobertura, o hedge founds, habían firmado un papel diciendo que eran lo bastante ricos como para permitirse perder su dinero en este juego financiero. A los papás y mamás comunes y corrientes no les estaba permitido participar. A pesar del alto rendimiento generado por millones de minúsculas operaciones comerciales, se consideraban demasiado arriesgadas para principiantes carentes de fondos fiables para entrar en el juego.
Un fondo hedge, o fondo de cobertura o de inversión libre, no gana dinero produciendo bienes y servicios. No avanza fondos para comprar activos reales, ni siquiera presta dinero. Lo que hace es tomar prestadas enormes sumas para apalancar sus apuestas con crédito prácticamente ilimitado. Sus ejecutivos no son ingenieros industriales, sino matemáticos que programan computadoras para hacer apuestas cruzadas o straddles sobre cómo se comportarán las tasas de interés, las tasas de cambio de divisas o los precios de las acciones y las obligaciones… o los precios de las hipotecas empaquetadas por los bancos. Los préstamos empaquetados pueden tener contenido o ser basura. No importa. Lo único que importa es ganar dinero en un mercado en el que el grueso de las operaciones comerciales dura apenas unos segundos. Lo que genera ganancias es la fibrilación de los precios, la volatilidad.
Este tipo de transacciones puede hacer fortunas, pero no es la “creación de riqueza” que mucha gente se imagina. Antes de la fórmula matemática de Black-Scholes para calcular el valor de las apuestas de estos fondos de inversión libre, este tipo de juego con opciones de compra y opciones de venta resultaba demasiado costoso como para dar mucho beneficio a nadie, salvo a las empresas de intermediación financiera. Pero la combinación de unas potentes computadoras con la “innovación” representada por un crédito prácticamente ilimitado y el libre acceso a las tablas del juego financiero ha hecho posible un frenético maniobreo de ir y venir.
Pues bien, ¿por qué el Tesoro consideró ineludible entrar en todo esto? ¿Por qué había que salvar a esos tahúres, si tenían dinero bastante para perder sin tener que convertirse en salas hospitalarias necesitadas de asistencia pública? El comercio de los hedge founds de cobertura e inversión libre estaba limitado a los muy ricos, a los bancos de inversión y a otros inversores institucionales. Pero una de las maneras más fáciles de ganar dinero llegó a ser el prestar fondos con intereses que la gente tenía que devolver con lo que sacaba de sus operaciones comerciales computerizadas. Y casi simultáneamente con la operación, ese dinero se pagaba en forma de comisiones, remuneraciones y bonos anuales que traían a la memoria los EEUU de la Era de la Codicia en los años que precedieron a la I Guerra Mundial, antes de que se introdujera el impuesto sobre la renta en 1913. Lo notable en todo este dinero era que sus destinatarios ni siquiera tenían que pagar por él un impuesto sobre la renta normal. El gobierno lo llamó “ganancias de capital”, lo que significaba que el dinero se gravaba fiscalmente con sólo una fracción de la tasa con la que se gravaban fiscalmente los ingresos.
Con la pretensión, huelga decirlo, de que todo ese frenético comercio crea “capital” real. Desde luego no lo hace en el sentido que tenía el concepto de capital en la economía clásica del siglo XIX. El término ha sido divorciado de las nociones de producción de bienes y servicios, contratación de trabajo asalariado o innovación financiera. Tan “capital” es ahora eso como el derecho a organizar una lotería y recoger las ganancias resultantes de las esperanzas de los perdedores. Pero, entonces, los casinos de Las Vegas y de los garitos ribereños se han convertido en una pujante “industria del crecimiento”, enlodando el lenguaje del capital, del crecimiento y de la propia riqueza. Para cerrar las mesas de juego y saldar deudas, los perdedores tienen que ser rescatados: Fannie Mae, Freddie Mac, A.I.G., ¿y quién sabe cuál será el siguiente? Es la única manera de resolver el siguiente problema que se les presenta a unas compañías que han pagado ya a sus ejecutivos y a sus accionistas, en vez de haber puesto esas sumas en reserva: cómo recoger sus ganancias ante unos deudores insolventes y unas aseguradoras en quiebra. Éstos, los perdedores, también han pagado a sus ejecutivos financieros y a sus colaboradores internos (junto con las oportunas contribuciones patrióticas a los candidatos políticos en los puestos clave de las comisiones del Congreso encargadas de decidir la estructuración financiera de la nación).
Porque eso ha de orquestarse por adelantado. Es necesario comprar políticos y ofrecerles una coartada plausible (o al menos, un conjunto bien armado de eufemismos a prueba de encuesta de opinión pública) para poder explicar a los votantes por qué era de interés público rescatar a los tahúres. Se precisa de buena retórica para explicar por qué el gobierno tenía que dejarles entrar en un casino, dejar que se quedaran con todas sus ganancias y, finalmente, usar fondos públicos para subvenir a las pérdidas de sus contrapartes.
Lo que ocurrió los pasados 18 y 19 de septiembre llevó años de preparación, tapados por una falsaria ideología excogitada por think tanks de relaciones públicas y emitida ahora, en condiciones de emergencia, a un Congreso –y a un votante— presa del pánico, justo antes de la elección presidencial. Se diría que ésta era la sorpresa electoral que nos deparaba septiembre. En unas bien escenificadas condiciones de crisis, el presidente Bush y el secretario del Tesoro Paulson llaman ahora al país a una guerra contra los propietarios de vivienda en quiebra técnica. Se dice que esa es la única esperanza para “salvar al sistema”. (¿Qué sistema? No el capitalismo industrial, ni siquiera el sistema bancario tal como lo conocemos.) La mayor transformación del sistema financiero norteamericano desde la Gran Depresión ha acontecido, comprimida, en dos semanas: empezando con la duplicación de la deuda nacional norteamericana cuando el pasado 7 de septiembre se procedió a la nacionalización de Fannie Mae y Fredie Mac. (El corrector ortográfico de mi computador no me consiente la utilización del eufemismo “conservadurízación” aplicado por el señor Pualson para referirse al rescate de los “fraudgsters” de Fannie Mae y Freddie Mac).
La teoría económica solía explicar que los beneficios y el interés eran la remuneración del riesgo calculado. Pero en nuestros días el nombre del juego es ganancias de capital y apuestas computerizadas sobre la dirección de las tasas de interés, de las monedas extranjeras y de los precios de las acciones, y cuando las apuestas salen mal, los rescates son la remuneración económica calculada de quienes han contribuido financieramente a la campaña electoral. Pero ahora, supuestamente, no es el momento de hablar de tales cosas. “Tenemos que actuar ahora para proteger la salud económica de nuestra nación, amenazada por riesgos graves”, entonó el presidente Bush el pasado 19 de septiembre. Lo que quería decir es que la Casa Blanca debe responder con una prima de aseguramiento al mayor grupo de contribuidores a la campaña electoral del Partido Republicano –es decir, Wall Street—, rescatando sus malas apuestas. “Habrá muchas oportunidades para discutir sobre los orígenes de este problema. La tarea del momento es resolverlo”. En otras palabras, no convirtáis eso en un asunto electoral. “En la historia de nuestra nación, ha habido momentos que exigían andar unidos, con independencia de las divisiones partidistas, a fin de enfrentarse a desafíos de envergadura”. ¡Justo antes de las elecciones! Idéntica patochada pudo oírse el pasado viernes por la mañana de labios de Paulson, secretario del Tesoro: “Nuestra salud económica exige que seamos capaces de trabajar juntos y emprender una acción inmediata bipartidista”. Los periodistas dijeron que en las maniobras del día se estaba barajando una cifra de medio billón de dólares.
Buena parte de las culpas deberían cargarse sobre la Administración Clinton, responsable directa en 1999 de la abrogación de la Ley Glass-Steagal, que permitió a los bancos fusionarse con casinos. O mejor dicho: a los casinos, absorber bancos. Eso es lo que puso en riesgo los ahorros de los norteamericanos.
Pero ¿significa eso realmente que la única solución pase por re-inflar el mercado inmobiliario? El plan de Paulson-Bernanke es capacitar a los bancos para que puedan venderse las viviendas de 5 millones de deudores hipotecarios que este año tendrán que enfrentarse a la quiebra o al embargo. Los propietarios de vivienda sometidos a unos intereses hipotecarios variables disparados perderán sus casas, pero la FED surtirá a las agencias de préstamo hipotecario crédito bastante como para permitir que nuevos compradores se endeuden lo suficiente como para lograr sacar las hipotecas basura de las manos de los tahúres que son sus actuales tenedores. Con lo que se gana tiempo para que una nueva burbuja financiera e inmobiliaria acuda en rescate de los prestamistas y de los empaquetadores de hipotecas basura. Los EE.UU. han entrado en otra guerra, una guerra para salvar a los comerciantes de derivados computarizados. Como la guerra de Irak, se basa por mucho en ficciones, y como en la de Irak, se ha entrado en ella bajo la presión de condiciones de aparente emergencia. Y como en la guerra de Irak, la solución propuesta guarda poca relación con la causa que subyace a los problemas. Esgrimiendo razones de seguridad financiera, el gobierno dará por buenas las obligaciones de deuda colateralizada (ODCs) que Warren Buffett llamó en su día “armas de destrucción financiera masiva”.
No es por azar que ese derroche de dinero público esté siendo manejado por el mismo grupo que tan píamente alertó al país sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. El presidente Bush y el secretario del tesoro Paulson han declarado tan ricamente que no es éste momento para desacuerdos partidistas respecto de la deriva de la política pública a favor de los acreedores y no de los deudores; que no es momento de convertir en asunto electoral el mayor rescate registrado en los anales de la historia electoral. Que no es momento adecuado para debatir si es buena cosa re-inflar el precio de la vivienda a unos niveles que seguirán obligando a los nuevos compradores de casas a endeudarse hasta el punto de tener que gastar en vivienda cerca del 40% de sus ingresos.
Recuerden la época en que el presidente Bush y Alan Greenspan informaron a los norteamericanos de a pie de que no había dinero para financiar la Seguridad Social (por no hablar de Medicare), porque en algún momento venidero (¿dentro de 10 años? ¿De 20? ¿De 40?) el sistema caería en un déficit de lo que ahora resulta un irrisorio billón de dólares distribuido a lo largo de muchos, muchos años. La moraleja era: si no podemos imaginar una forma de pagarlo a largo plazo, dejemos caer ahora mismo el programa asistencial.
El señor Bush y el señor Greenspan dijeron disponer de una oportuna solución. El Tesoro podría derivar el dinero de la Seguridad Social y de los seguros médicos hacia Bear Stearns, Lehman Brothers o sus pares, para que lo invirtieran a “mágico interés compuesto”.
¿Qué habría pasado si la Seguridad Social hubiera hecho semejante cosa? Tal vez habríamos asistido en estas dos semanas a la entrega a los tahúres de Wall Street de todo el dinero que se dejó de lado desde que la Comisión Greenspan resolvió en 1983 desplazar la carga fiscal sobre las retenciones salariales reguladas por la FICA (Ley Federal de Contribución a la Seguridad Social, en inglés). No es a los jubilados a quienes se pretende rescatar, sino a los inversores de Wall Street que firmaron papeles diciendo que estaban en condiciones de afrontar la pérdida del dinero jugado. La consigna electoral de los republicanos de cara a los comicios del próximo noviembre debería ser: “Seguro de juego, no seguro de salud”.
No es así como el celebérrimo Camino de servidumbre tenía que ser transitado. Friedrich von Hayek y sus Chicago boys insistían en que la servidumbre vendría de la planificación y de la regulación estatales. Esa visión estaba en los antípodas de la de los reformadores clásicos de la Era Progresista, que concebían la acción del Estado como la del cerebro de la sociedad, como la palanca directriz para modelar los mercados y liberarlos de rentistas, es decir, del ingreso que no es contrapartida del desempeño de un papel necesario en la producción. La teoría de la democracia se fundaba en el supuesto de que los votantes actuarían movidos por el propio interés. Los reformadores del mercado partieron de un feliz supuesto paralelo, según el cual los consumidores, los ahorradores y los inversores promoverían el crecimiento económico actuando con pleno conocimiento y cabal comprensión de las dinámicas en acto.
Pero la mano invisible terminó resultando en fraude contable, préstamo hipotecario basura, información privilegiada y fracaso en punto a graduar los crecientes gastos de la deuda conforme a la capacidad de los deudores para pagar. Y todo este caos, aparentemente legitimado por unos modelos de comercio electrónico computerizado que acaban de ser bendecidos por el Tesoro.
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(*) Michael Hudson es ex economista de Wall Street especializado en balanza de pagos y bienes inmobiliarios en el Chase Manhattan Bank (ahora JPMorgan Chase & Co.), Arthur Anderson y después en el Hudson Institute. En 1990 colaboró en el establecimiento del primer fondo soberano de deuda del mundo para Scudder Stevens & Clark. El Dr. Hudson fue asesor económico en jefe de Dennis Kucinich en la reciente campaña primaria presidencial demócrata y ha asesorado a los gobiernos de los EEUU, Canadá, México y Letonia, así como al Instituto de Naciones Unidas para la Formación y la Investigación. Distinguido profesor investigador en la Universidad de Missouri de la ciudad de Kansas, es autor de numerosos libros, entre ellos Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire.
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(*) Michael Hudson es ex economista de Wall Street especializado en balanza de pagos y bienes inmobiliarios en el Chase Manhattan Bank (ahora JPMorgan Chase & Co.), Arthur Anderson y después en el Hudson Institute. En 1990 colaboró en el establecimiento del primer fondo soberano de deuda del mundo para Scudder Stevens & Clark. El Dr. Hudson fue asesor económico en jefe de Dennis Kucinich en la reciente campaña primaria presidencial demócrata y ha asesorado a los gobiernos de los EEUU, Canadá, México y Letonia, así como al Instituto de Naciones Unidas para la Formación y la Investigación. Distinguido profesor investigador en la Universidad de Missouri de la ciudad de Kansas, es autor de numerosos libros, entre ellos Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire.
Artículo traducido por Trynity
No al Engaño del Plan de Rescate de Derivados de Paulson-Bernanke. Una estrategia de recuperación económica para proteccionistas, dirigistas, mercantilistas y populistas
Autor Webster G. Tarpley
9-23-8 WASHINGTON DC
El robo del “plan de rescate” presentado a toda prisa ante el Congreso por parte del Secretario del Tesoro, Paulson, el Presidente de la Reserva Federal Bernanke y otros burócratas de régimen de Bush con la ayuda de otros cómplices tales como Pelosi, Harry Reid y otros parlamentarios es la monstruosidad del siglo, que combina todos los rasgos más desagradables del monetarismo, elitismo, oligarquismo y la más pura y irresponsable incompetencia.
Tiene como único objetivo y propósito servir de nota de suicidio para los Estados Unidos de América; un contrato con el diablo que garantiza absolutamente la destrucción nacional irrevocable. Para cualquier persona de buena fe puede haber una sola respuesta al mismo en estos momentos, y es decir NO a este plan, bloquearlo, sabotearlo, taponarlo, recargarlo con enmiendas asesinas y hacer todo lo legalmente posible para impedir que este invento, fruto de la locura, consiga llegar a alguna parte.
SI MC CAIN VOTA CONTRA EL PLAN DE RESCATE, GANARA LA PRESIDENCIA
En términos políticos, McCain lo está haciendo bien adelantando por la izquierda a Obama en este asunto, que tiene un perfil populista mucho más acusado.
McCain ha atacado la avaricia y corrupción de Wall Street. Obama no se atreve a atacar a Wall Street, porque éstos son quienes le apoyan. Obama suena como Milton Friedman y sólo ataca a Washington y ha dicho que apoyará todo lo que pida Paulson. Esto no es una sorpresa, dado que Paulson representa a Goldman Sachs y Obama es una propiedad 100% de Goldman Sachs, que es su única gran fuente de contribución a su campaña. Obama es una criatura de Brzezinski, Soros, y Rockefeller y sin ellos no tendría ningún lugar en la existencia política. Obama es un muñeco de Wall Street, un agente del capital financiero.
NOTA: (El autor olvida que McCain está siendo respaldado por los Rothchild).
Esta semana, ambos senadores tendrán que decidir cómo van a votar sobre este odioso Plan de Rescate de derivados. Obama con toda seguridad votará a favor, ya que así lo requiere Wall Street. Si Mc Cain vota contra el plan, lo más probable es que esto le propulse a la Casa Blanca de forma explosiva.
Corruptos demócratas como Shumer están ya atacando a Mc Cain como el nuevo Huey Long, el populista americano de Lousiana de los años 30, y probablemente podríamos usar una buena dosis de Huey Long en este país para contrarrestar el elitismo, el oligarquismo, la condescendencia y el esnobismo arrogante de operaciones financiadas como Obama.
El Plan de Rescate es ya muy impopular. 72% de los votantes se oponen al mismo y será más y más odiado a medida que quede claro que además es un fracaso. El camino de McCain es claro. ¿Tendrá el cerebro y arrestos suficientes para superar a Obama en este asunto vital?.
PAULSON DE GOLDMAN SACHS, SERIA EL DICTATOR FINANCIERO
Paulson es un usurero, eco-friki, brutal y despiadado que aprendió su negocio en las operaciones de robo de acciones de Goldman Sachs. Ahora es un miembro líder del comité para la seguridad pública que dirige desde Washington y que incluye a Rice, Gates y Mullen.
Ahora pide la suma astronómica de 700.000 millones de dólares para el plan de rescate de derivados respaldados con hipotecas, obligaciones de deuda colaterizadas, intercambios de deuda por capital y otros derivados tóxicos. No se equivoquen, este no es un plan de rescate de las casas de los ciudadanos propietarios de una vivienda, es un plan de rescate del manicomio que los desesperados banqueros han construido sobre estas hipotecas usando derivados.
La crisis no es una crisis de hipotecas subprime, es una crisis de una burbuja de derivados lanzada por Wendy Gramm de la Commodities Futures Trading Comisión y Greenspam del Fed en connivencia con Robert Rubin del Goldman Sachs y el Citibank y otros en la administración Clinton, algo así como hace 15 años.
Estos derivados ahora suman un valor nocional total en el mundo que puede ser estimado entre 1000 y 2000 millones de millones (quatrillion en inglés) de dólares americanos. Esta suma es tan grande que supera el valor del planeta Tierra en su totalidad con todos los que viven en ella. Comparado con esta cancerosa, sangrienta y ficticia masa de derivados, que es lo que está en la raíz de la crisis, los 700.000 millones de dólares que piden los políticos, aunque parece mucho, no es más que una gota de agua en el mar. Y una gota en el mar es lo que es. La masa de derivados en el mundo de entre 1 y 2 trillones de dólares representa un agujero negro insaciable que es capaz de poner punto y final, no sólo a la civilización, sino a la vida humana en si misma.
La elección moral no podría ser más clara; la humanidad o destruye esa burbuja de derivados ahora o la burbuja de derivados destruirá a la humanidad. Esa es la elección en estos momentos.
Paulson y Bernanke, ambos buenos abogados para los chacales, hienas, buitres y lampreas de Wall Street, alegan que el interés público requiere un plan de rescate para sus amigos en Goldman Sachs, Morgan Stanley, J.P. Morgan Chase, Citibank, Bank of America, Wachovia, y otras grandes instituciones monetarias. Ante la opinión pública americana en el genocido juego de poker dirigido por infernales crupieres como Paulson y Bernanke, tendríamos que examinar muy de cerca la veracidad de esta premisa.
LA BANCA COMERCIAL ES INDISPENSABLE
Es cierto, por supuesto que el sano funcionamiento de la economía de los Estados Unidos requiere un sistema viable y flexible de banca comercial. Nadie duda de la necesidad de bancos comerciales.
Andrew Jackson estaba clínicamente loco sobre este punto y todavía hoy no tiene ni unos pocos seguidores sobre este particular. Pero tendría que estar claro que sin los servicios de un sistema bancario comercial bien desarrollado, es imposible organizar actividades de negocio como pagos esenciales, depósitos, cheques, descuentos de papel comercial a corto plazo, notas de cambio, conocimiento de embarque y todos los instrumentos de crédito que están íntimamente conectados con la actividad productiva real. Sin un sistema de banca comercial, el corazón de la economía de los Estados Unidos dejaría de funcionar como lo hizo durante algún tiempo durante la administración Hoover en Marzo de 1933. Sin banca comercial no puede girar la rueda de la fábrica o del ferrocarril y no se pueden mover las materias primas y llegar a los mercados.
JPM, CITI, BoA SON MONSTRUOS DE DERIVADOS, NO SON BANCA COMERCIAL
Pero cuando miramos a instituciones como J.P. Morgan Chase, Citibank, y Bank of America nos damos cuenta de que estas instituciones monetarias se han desligado por completo de cualquier conexión concebible de la producción mundial, salarios, transporte, y todas las actividades productivas y útiles. Estas instituciones no son bancos comerciales en ningún sentido de la palabra. Hace 10 años, en medio de la crisis financiera asiática y su consecuencia en el colapso por bancarrota de los bonos del estado en Rusia, el jefe de JP Morgan Chase, fue a la televisión para anunciar que su banco estaba especializado en el “negocio del riesgo”. El negocio del riesgo significaba que J.P. Morgan Chase Citibank, y Bank of America habían simplemente dejado la actividad tradicional de los bancos comerciales que consistía sobretodo en proveer de créditos a corporaciones para la inversión productiva en plantas y equipos que crearían puestos de trabajo bien pagados. J.P. Morgan Chase decidió hace tiempo que esa actividad no era tan rentable como para ser continuada.
Y en lugar de eso, J.P. Morgan Chase se dedicó de lleno a la emisión, venta y adquisición de derivados. Ya en 1992 la mejor definición de J.P. Morgan Chase era que no era un banco comercial sino un monstruo de los derivados.
En 2002 el monstruo de los derivados J.P. Morgan Chase estuvo muy cerca de colapsar por el mismo agujero negro que aun vive hasta nuestros días. Según un informe reciente del Controlador de Moneda del Tesoro de USA con fecha de 30 de septiembre de 2007, J.P. Morgan Chase hoy tienen entre 90 billones y 100 billones (trillion en inglés) de derivados. En realidad esta es una estimación a la baja, y su exposición verdadera a los derivados es una cifra que multiplica varias veces la anterior, tal vez 300 o 400 billones de dólares, especialmente ahora que Bear Stearns, un pequeño agujero negro de derivados ha sido absorbido. Pero incluso 90 billones de dólares ya es seis veces el producto interior bruto de USA (estimado hoy en día en 14-15 billones de dólares).
LOS DERIVADOS SON EL SIDA FINANCIERO
La cuestión de los derivados es una vez mas el asunto central de la crisis. La mayor parte de la gente puede que ni siquiera sepa qué son, pero algunos tienen la idea de que son tóxicos y peligrosos. El presidente de Francia, Jacques Chirac definió una vez los derivados como el sida financiero, y tenía razón. Una participación de una acción supuestamente representa parte de la propiedad, en una corporación. Un bono corporativo es un instrumento de deuda emitido por una corporación, que presupone algún tipo de derecho a una parte de los activos en caso de liquidación en una bancarrota.
Las acciones y bonos son papel, pero papel que está muy cerca del mundo real de producción, consumo, empleo y salarios. El derivado es radicalmente diferente.
Un derivado representa papel basado en el papel, ya no es una acción o bono, sino un futuro, opción o índice que está basado en alguna acción, bono u otra forma de papel. Los derivados están por lo tanto un paso más allá del mundo de producción de materas físicas tangibles de artículos útiles que la humanidad requiere para sobrevivir y continuar la civilización, tal y como la conocemos. Además de las opciones, futuros e índices, tenemos todas las posibles permutaciones y combinaciones de ellas, con variaciones que son casi infinitas. Incluso catalogarlas podría no caber en un libro.
Además de estos derivados de cambio hay una categoría mucho más grande de derivados que no aparece en el Chicago Board Options Exchange o instituciones análogas en todos los centros monetarios del mundo. La segunda clase, más grande aun, representa a los derivados de contrapartida, incluyendo cosas como obligaciones de deuda colaterilazada, garantías respaldadas por hipoteca, estructurados, intercambios de deuda por capital y una miríada de otros productos derivados.
Estos derivados originalmente debían ser usados como un seguro contra el riesgo pero muchísimo antes ya comenzaron a representar la mayor fuente de riesgo y la locura del sistema lo financió. Por ahora, para repetir de nuevo este punto, la suma de derivados del mundo suma algo así como mil millones de millones de dólares, y puede estar ya cerca de los mil quinientos millones de millones de dólares o incluso más. Uno de los problemas inherentes a los derivados es que nadie conoce la cifra exacta, dado que éstos no se reportan en muchos países y tienden a escapar a todo tipo de regulación por parte de las autoridades financieras designadas.
LOS DERIVADOS SON INUTILES Y SUPONEN UNA AMENAZA A LA CIVILIZACION
No puedes comer los derivados, no puedes vivir con derivados, no puedes vestirlos, ni conducir un derivado, no puedes navegar ni volar con ellos, no pueden ser usados como herramientas de comercio útil, no son ordenadores, ni maquinas, ni equipos, o maquinaria agrícola. Los derivados están totalmente fuera del mundo de las necesidades de producción o bienes capitales, no importa cómo sean estos definidos.
PARA LA RECUPERACION, ANIQUILAR, BORRAR, TRITURAR TODOS LOS DERIVADOS
J.P. Morgan Chase, por lo tanto, no realiza una función social o productiva útil y no existe ni una sola razón en el mundo por la que la gente de los Estados Unidos de América debería salvar a esta institución destructiva y perniciosa socialmente. Han pasado seguramente varias décadas desde que J.P. Morgan Chase creara un solo empleo productivo moderno.
El cometido estratégico de J.P. Morgan Chase, a favor de la burbuja de derivados, significa esencialmente que podemos administrar fácilmente la mayor parte de las funciones de este “banco” con estilo propio, en realidad, un casino. En lugar de ser rescatado, J.P. Morgan Chase tendría que ser confiscado por la Corporación de Seguros Depositarios Federal para aplicarle al capítulo 11 por bancarrota. En el proceso de la reorganización de la bancarrota el libro completo de derivados de J.P. Morgan Chase debe ser borrado, triturado, usado como una Yule Log, o empleado para avivar una festiva hoguera con todos los derivados. El mundo funcionaba mucho mejor cuando no había derivados, y estaremos mucho mejor sin ellos.
Los derivados eran de dudosa legalidad en general y eran ilegales en algunas de sus formas especificas hasta mediados de los 90.
”DOCUMENTOS” SIGNIFICA DERIVADOS
Según el pacto con el Diablo que Paulson publicó en el New York Times el 20 de setiembre en 2008, el secretario del Tesoro debería tener poderes concedidos por el Congreso para gastar 700.000 millones de dólares en valores respaldados por hipoteca, obligaciones y documentos. La última palabra, “documentos”, es el eufemismo favorito de los comentaristas y periodistas de televisión que quieren proponen un rescate de los derivados sin pronunciar la palabra “derivados”, que se ha convertido en un asunto no mencionable y hasta cierto punto taboo, presumiblemente por sus connotaciones altamente negativas que se derivan de las crisis de hace más de una década.
En relación a esto, una buena enmienda asesina que habría que añadir a este pacto con el diablo debería decir que ni un solo penique del dinero del contribuyente debería ser jamás empleado para financiar o comprar derivados, no importa cómo puedan ser llamados eufemísticamente.
¿POR QUE COMPRAR VALORES RESPALDADOS POR HIPOTECAS QUE NO TIENE PRECIO DE LICITACION?
Paulson quiere que compremos derivados. Pero ¿A qué precio? Los derivados no tienen un valor intrínseco. Los derivados ahora tienen un valor negativo, dado que alguien tiene que pagar para llevárselos lejos. Los derivados contrapartida actualmente no tienen precio, dado que no hay mercado en el que estén siendo vendidos y nadie quisiera comprarlos si hubiera tal mercado. Las obligaciones de deuda colateralizada se vendían a 5 céntimos de dólar hace unas semanas, pero eso mucho antes de que la crisis estallara con toda su furia. Así que ¿Cómo sabe Paulson cuánto pagar por los derivados que él quiere comprar? ¿Usará éste el modelo de Agujeros-Negros desacreditado y que llevó a la bancarrota a los fondos de cobertura invertidos de la gestión de capitales a largo plazo hace diez años? Dado todo esto, el único precio que puede ser asignado a la masa de derivados no es su valor nocional, sino una gran y enorme CERO. Cualquier otra cosa sería robarle al gobierno.
”LA BANCA DE INVERSION” EMPUJA ARRIBA EL PRECIO DE LA GASOLINA
Vamos a dejar ahora la categoría de bancos comerciales y pasemos a las instituciones como Goldman Sachs y Morgan Stanley, las operadoras de agiotaje de acciones o oficina de contabilidad que gustan de llamarse a si mismas “banca de inversión” estos días aunque no tienen el status de la banca comercial y no son miembros de la Reserva Federal. ¿Por qué debería el dinero público ser empleado para prolongar las nocivas vidas de estas perniciosas y sociopáticas instituciones?. Si examinamos de cerca lo que estos bancos de inversión hacen veremos que no existe ningún tipo de interés publico en mantener a estas criaturas vivas, y que de nuevo, estaremos mucho mejor sin ellas.
La banca de inversión se creó para asistir a las corporaciones y a emisión de acciones o bonos a los mercados financieros. La banca de inversión se suponía tenía una función de asistencia a las corporaciones industriales y otras corporaciones cuando deseaban encontrar el capital necesario para una nueva planta, equipos y trabajos. Pero hoy, estas funciones han desaparecido virtualmente. La banca de inversión realiza una cierta cantidad de trabajo en la oferta inicial pública de las nuevos valores, pero estos son casi siempre de una naturaleza financieramente especulativa. Lo más importante es que la banca inversión actualmente coloca sus apuestas sobre cierta clase de activos con la esperanza de obtener ganancia puramente especulativa.
Goldman Sachs y Morgan Stanley mantienen las oficinas de comercio y están involucrados en comercio de activos puramente especulativo, activos que poseen ellos mismos, y la mayor parte del tiempo estos activos representan derivados de un tipo u otro. En tiempos recientes, la clase más importante de activos con los que Goldman Sachs and Morgan Stanley han comerciado son probablemente los índices de futuro sobre commodities, especialmente el petróleo.
Goldman Sachs and Morgan Stanley juntos, según varias estimaciones, realizaron la mitad de la actividad especulativa en los mercados de commodities de Londres, Nueva York y otros centros financieros, lo que supuso que se doblara el precio del barril de petróleo entre Julio 2007 y Julio 2008, aumentando el coste de la gasolina a casi cinco dólares por galón.
GOLDMAN SACHS, MORGAN STANLEY CREAN I.C.E PARA DESPELLEJAR A LOS AMERICANOS
En un sentido muy real, los motoristas americanos que llenan sus depósitos de gasolina e precios exorbitantes han estado involuntariamente subsidiando la especulativa actividad de derivados de Goldman Sachs and Morgan Stanley. ¡Qué irónico es que a esos mismos motoristas americanos ahora se les suban los impuestos para permitir que sus torturadores puedan continuar su actividad y seguir robándoles sin piedad.
Goldman Sachs and Morgan Stanley se han dado cuenta de que incluso el régimen regulatorio débil que mantenemos aquí en los Estados Unidos, bajo los auspicios de la Commodity Futures Trading Commission CFTC, era demasiado oneroso para ellos porque constreñía ligeramente su búsqueda rapaz de beneficios especulativos a costa de los americanos. Estos dos bancos de inversión por lo tanto crearon un nuevo mercado de commodities, el ICE o Intercontinental Exchange en Londres donde la mitad de los futuros mundiales de petróleo han sido contratados en los últimos meses.
Goldman Sachs y Morgan Stanley, como los ahora difuntos hermanos Bear Stearns, Lehman Brothers, y Merrill Lynch, han realizado también muchas inversiones especulativas en el área de los valores respaldados por hipotecas basados en las hipotecas subprime. Las hipotecas de interés variable que subyacen en estos derivados deberían haber sido declaradas ilegales hace tiempo. Pero ahora vamos a imaginar qué pasará si una victima desventurada de estas prácticas de préstamo depredadoras es forzada a ejecutar su hipoteca en la gran depresión económica mundial actual.
Goldman Sachs enviará un alguacil a tu puerta para sacarte de tu casa, a tu familia y tus pertenencias a la calle, incluso si te han tasado impuestos para permitir que Goldman Sachs continua su sociopática existencia. Te robarán de hecho de tu propio bolsillo y te echará a la calle de tu propia casa la misma institución que ha sido beneficiaria de tu obligada caridad.
Sin duda alguna cualquier político que viniera a sugerir a los ciudadanos que aprueba el plan de rescate de Goldman Sachs para que éstos continúen sus esfuerzos de ejecutar las hipotecas de los norteamericanos que están pagando la cuenta de los excesos financieros de esta institución de bandidos tendría que ser alquitranado y cubierto de plumas antes de escapar de la ciudad en ferrocarril. Sin embargo, esto es exactamente lo que están proponiendo Pelosi, Reid, Dodd y Frank para forzar su aprobación por Congreso la semana que viene. Esto representa un nuevo mínimo en la moralidad pública.
Con Fannie Mae y Freddie Mac la situación es ligeramente diferente, pero tendría que aplicarse el mismo criterio. Fannie Mae y Freddie Mac funcionaron muy bien durante tres décadas tras la fundación de Fannie Mae en 1938 como agencia del gobierno federal, un primo de Tesoro de USA, como solía ser llamado.
Las cosas comenzaron a ir mal en 1968 cuando Fannie Mae fue privatizada bajo la influencia perniciosa de las doctrinas del monetarista Milton Friedman de la tristemente famosa escuela de Chicago de seudo-economía y oscurantismo. Fanny y Freddie están ahora bajo control de los conservadores, pero tendrían que ser nacionalizadas como una parte del sector estatal permanente de la economía de USA y operadas como empresa pública que siempre quisieron ser. Los salarios de sus empleados tendrían que ser determinados por el gobierno. Fannie and Freddie tienen hipotecas garantizadas y tendría que continuar de la misma manera, pero no tienen obligación de garantizar valores respaldados por hipoteca garantizada o cualquier otra forma de derivados de nuevo cuño que nunca fueron mencionados en sus estatutos.
Si alguien pregunta por la causa filosófica última de la actual depresión económica mundial de George Bush, la respuesta es simple; esta depresión es un resultado directo de la influencia de Milton Friedman y de la escuela de Chicago que se han convertido en la versión americana de la escuela de Viena de Friedrich von Hayek. Ludwig von Mises y otros charlatanes disfrazados de economistas. El común denominador de la escuela de Chicago y de la escuela de Viena, que representaba al ala derecha de las tesis anarquistas es que el gobierno siempre es malo y el sector privado, especialmente los especuladores, siempre tiene razón. Esta tesis absurda esta ahora siendo consignada al cubo de la basura de la historia. Friedman y von Hayek, si estuvieran hoy vivos, sin duda pedirían que toda la furia del mercado libre fuera desatada contra los americanos. Esto llevaría no a una recuperación sino simplemente a una muerte a gran escala.
Las implicaciones de la escuela de Chicago y Viena en las circunstancias actuales son algo genocida e incluso los financieros están renegando precipitadamente de las doctrinas desacreditadas de Friedman y from Hayek. No hay nada en el mundo de hoy que pueda parecerse ni de lejos a un mercado libre; no es más que una larga lista de carteles, fundaciones, monopolios, oligopolios, duopolios y otras conspiraciones que limitan el comercio. De hecho, no ha habido nada ni parecido remotamente al mercado libre en la mayor parte del mundo durante los últimos siglos. Lo que está colapsando hoy a setiembre del 2008 es la ilusión de que pudiera existir tal cosa como libre mercado en el mundo moderno.
El mismo juicio negativo se aplica a las lunáticas doctrinas de Joseph Schumpeter que alababa la locura de la destrucción creativa como forma de salir de la depresiòn economica mundial de 1930.
Las doctrinas de Schumpeter hoy no son nada más que una amenaza pública y las personas que piden un crash deflacionario de la economía mundial, alabando la formula de Andrew Mellon de liquidar el trabajo, liquidar las acciones, liquidar los bonos, liquidar la construcción, están para ponerlas en una jaula de grillos. Esto es incluso peor que Herbert Hoover. Se intentó en 1932-33 y se convirtió en un pozo sin fondo ya entonces, así que no debería ser intentado de nuevo.
DE REGRESO AL NUEVO TRATO: RESTAURAR EL CORTAFUEGOS DE GLASS-STEAGAL
Los garabatos como Friedman y von Hayek estaban a sueldo de oligarcas que pretendían una guerra sin descanso contra la herencia del Nuevo Trato de Franklin D. Roosevelt, el conjunto de medidas que permitieron a la humanidad sobrevivir a la Gran Depresión de 1930. La crisis actual no hubiera sido posible, en la forma actual, si los instrumentos de salvaguarda institucional que se habilitaron durante el Nuevo Trato hubieran sido puestos en práctica, como debería haber ocurrido. Estas medidas de seguridad representan cualidades permanentes de la civilización y tienen que ser restauradas. El mejor ejemplo es la revocación del Acta Glass-Steagall bajo la administración Clinton en 1999. El Acta de Glass-Steagall era una pieza clásica de la legislación del Nuevo Trato que establecía que no se puede ser banco comercial y broker de acciones al mismo tiempo, son actividades que se excluyen mutuamente y puede ser legalmente combinado en la misma empresa.
La banca comercial era una cosa y corretaje de acciones era otra completamente separada. Naturalmente, los avariciosos financieros y sus portavoces clamaron por la disolución del Acta Glass-Steagall y finalmente consiguieron su objetivo. Ahora menos de 10 años después, todos los bancos de Wall Street, al parecer sin excepciones, están en bancarrota y son instituciones insolventes que no pueden sobrevivir sin una infusión enorme de dinero del contribuyente. Necesitamos restaurar el Acta Glass-Steagall que significa, entre otras cosas, que Goldman Sachs y Morgan Stanley no podrán ser empresas dedicadas a la banca.
Si no te gusta lo que tendrás que pagar de impuestos el año que viene, deberías agradecérselo a Newt Gingrich y a otros que hicieron que sus negocios se vinieran abajo y destruyeron lo que había logrado el Nuevo Contrato en nombre de una despreciable ideología de monetarismo alabada por Friedman y von Hayek.
Newt por cierto clama ahora por un crash deflacionario inmediato para averiguar cuáles podrían ser los precios de las viviendas. Esto es equivalente a hacer experimentos en tu propia carne.
VUELTA AL NUEVO CONTRATO-RESTAURAR LA REGLA DEL INCREMENTO
Otro ejemplo es la regla del incremento. Este Nuevo Trato suponía que era ilegal vender una acción en corto si estaba continuamente en declive. El especulador tenía que esperar hasta que hubiera un repunte, una venta en la que la acción en cuestión veía aumentado su precio: sólo entonces podría una venta en corto ser llevada a cabo. Otra ironía inherente a la presente crisis es que esta regla del incremento fue abolida por el Presidente Cox de las SEC a comienzos del pasado verano, justo a tiempo para la explosión de la crisis de crédito mundial que ha llevado a la actual depresión económica mundial. Lo increíble es que Cox no haya sido capaz de recapacitar suficientemente como para restaurar la regla del incremento todavía.
En lugar de esto, ha diseñado una lista de 799 instituciones financieras y bancos cuyas acciones no pueden salir a la venta en corto durante al menos 10 días, aunque uno sospecha que esta prohibición será prolongada indefinidamente.
Este breve expediente revela la verdadera naturaleza del régimen monetarista actual.
Salir en corto y destruir General Motors, que realmente produce algo útil está bien pero no se puede salir en corto a JP Morgan Chase que es una amenaza pública que produce nada más que papel tóxico.
Las raíces a largo plazo de la actual crisis se remontan al 15 de Agosto de 1971 cuando Nixon, Kissinger, Arthur Burns y George Shultz destruyeron gratuitamente el sistema de Bretton Woods de la paridad de cambio fijo, conduciéndonos a un nuevo mundo de riesgos financieros que está colapsando ahora a nuestro alrededor.
NACIONALIZAR LA RESERVA FEDERAL COMO OFICINA DEL TESORO
La presente crisis tendría que suponer la pena de muerte para el fallido sistema de la Reserva Federal. Cuando el Fed fue creado bajo la presidencia de Woodrow Wilson , sus abogados y sponsors, los Rockefeller y los Morgan prometieron que el Fed siempre nos protegería contra futuros pánicos financieros. El Fed falló una vez en 1929-1933 y está volviendo a fallar una segunda vez. El Fed no tiene ningún valor como cortafuegos contra una depresión. De manera que debemos aniquilar el Fed, auditarlo, nacionalizarlo y operarlo en e futuro como oficina del Tesoro. Desde ahora, debemos volver a la Constitución que dice que la masa de flujo monetario y los tipos de interés estarán determinados por las leyes publicas de los Estados Unidos, aprobadas por la Congreso y el Senado y firmadas por el presidente. Usando este método podemos ordenar nuevas emisiones de crédito de 100 a 200 millones de millones de dólares para ser usadas exclusivamente como créditos a bajo interés (0.5 al 1%) y a largo plazo (30 o 40 años) para propósitos productivos solamente tales como fabricación, agricultura, minería, comercio, energía, infraestructura, producción y otras cosa que necesitamos.
No deberíamos tener un Fed que presta dinero a Citibank al 2% y posteriormente tener un Tesoro que pide prestado ese dinero a un 4% o 5% en forma de papel del Tesoro. Nacionalicemos el Fed y dejemos que las finanzas del Tesoros por si misma se lleve por delante a los intermediarios parasitarios del JP Morgan Chase, Goldman, Citibank, y esl resto. Los contribuyentes serán los grandes ganadores.
LA CORPORACION FINANCIERA DE RECONSTRUCCION DE HOOVER FUE UN FRACASO
Los 700.000 millones de dólares de Paulson-Bernanke es comparable (si comparamos la inflación del 2000 por ciento de 1932 a 2008) a la Corporación de Finanzas de reconstrucción de Hervert Hoover que comenzó con 2000 millones de dólares de 1932 pero fracasó porque intentó levantar bancos insolventes y valores financieros que colapsaban.
Bajo Jesse Jones la CFR contribuyó necesariamente a la recuperación de la economía americana construyendo la Compañía de la Reserva de Metales, La Rubber Reserve Company, la Defense Plant Corporation, la Defense Supplies Corporation, la War Damage Corporation, la U.S. Commercial Company, la Rubber Development Corporation, y la Petroleum Reserve Corporation. En otras palabras, la CFR bajo Jones reconstruyó el tejido industrial que hemos estado usando hasta el día de hoy. Hoy esto mismo podría ser empleado para producir infraestructura y plantas de energía para uso civil.
LIMPIANDO LAS MESAS PARA UNA RECUPERACION DE LA ECONOMIA MUNDIAL
Ya es hora de olvidarse del papel y del precio del papel y concentrarnos en la producción, asegurando las materias primas físicas tangibles y la producción de materias primas brutas que son necesarias para la vida humana y la civilización. Es imposible levantar los valores financieros en un estado de pánico y no tiene sentido intentarlo.
Para asegurar un futuro decente, debemos ahora poner en marcha las siguientes medidas. Cualquiera de ellas, que persiguen defender el bienestar general y el interés publico, pueden y deben ser usadas como enmiendas asesinas a la monstruosidad actual llamada Plan de Rescate con el objetivo de que derribarlo.
1. Que se detengan todas las ejecuciones de hipotecas de viviendas negocios, granjas, minas, fábricas y sistemas de transporte por un período de al menos cinco años o por el tiempo de duración de la presente depresión económica mundial, cualquiera que sea. Si echas a una familia de su casa y cierras su negocio o granja, empresas de taxis, aerolínea, ferrocarril, ferry, empresa de cualquier tipo por culpa de la deuda contraída., irás camino a Leavenworth. Todos los políticos ahora dicen que debemos mantener a las familias en sus casas. ¡Excelente! Una ley federal uniforme como instrumento real es la forma de hacer esto.
2. Que se confisquen todos los bancos e instituciones financieras en bancarrota, para aplicarles el capítulo XI de bancarrota, cancelar la parte de sus deudas que sea irremediablemente impagable, comenzando con el libro de derivados.
3. Que se erradiquen todos los derivados, no importa si son de mercado de intercambio o de contrapartida, sin compensación alguna. Siempre han sido ilegales. Son ahora una amenaza para todos nosotros. Ni un penique de dinero público debe ir a comprar derivados.
4. Que se aplique la tasa de transferencia de valores o la tasa Tobin sobre todas las transacciones financieras, incluyendo bonos, acciones, cambio de moneda, etc. es un impuesto sobre la venta para los oligarcas financieros que necesitan empezar a pagar lo que les corresponde. Esto sacará fuera de circulación a muchos especuladores. Hay que poner fin a la especulación sobre el petróleo, la comida y las materias primas con re-regulación clara incluyendo límites a las posiciones, requerimientos de márgenes de 50 a 100% dependiendo de las condiciones de mercado y distinguiendo entre especuladores depredadores y financieros legítimos.
5. Que no aumenten los impuestos sobre la vivienda pero que se tase a las fundaciones como la Ford, la R Rockefeller, Carnegie, Annenberg, y Gates Foundations que usan sus fondos no para caridad sino para la subversión, división y conquista de ingeniería social para dividir y debilitar a los americanos en defensa de sus intereses financieros.
6. Que se restaure la confianza en el negocio y el crédito con la emisión de nuevo crédito por medio de la Reserva Federal nacionalizada, operando bajo los auspicios legales del Tesoro de USA. Que se emplee el crédito como utilidad pública. Provee de créditos a largo plazo sólo para actividades productivas, no para la especulación parasitaria o los servicios financieros.
7. Que se instituya una garantía absoluta para la Seguridad Social, Medicare, Medicaid, Head Start, seguro por desempleo y otros elementos existentes de la red de seguridad social. Ninguna “reforma de derechos” bajo ninguna circunstancia. Austeridad para los banqueros, no para los ciudadanos. Que se emplee el impuesto de transferencia de valores para reponer La Seguridad social y preservar los otros programas vitales hasta el fin del siglo veintiuno.
Empleando los métodos del Nuevo Trato es posible frenar la depresión en un solo día. Lo hicimos antes y podemos hacerlo de nuevo. Solo el 28% de los americanos apoyan el monstruoso plan de rescate de derivados, con 37% en contra y 35% inseguros, según una encuesta de Rasmussen el 22 de septiembre. Este tema es un asunto lo suficientemente importante como para cristalizar el re-alineamiento actual de partidos de la misma forma que ocurrió con la esclavitud en los territorios en 1860 o sobre la última depresión en 1932.
En un mes, las cáscaras vacías ahora de los Partidos Demócrata y Republicano podrían colapsar y ser reemplazadas por el Partido del Rescate pro-Wall Street liderado por Obama y su comparsa de ricos elitistas y fanáticos maltusianos de ambos partidos y el partido anti-Plan de Rescate a favor de los trabajadores y la clase media con apoyo de los republicanos de derecha, libertarios y demócratas de clase trabajadora.
¿Quién tendrá el cerebro y los arrestos necesarios para llevar el liderazgo en el partido anti-plan de rescate? ¿McCain? ¿Hillary Clinton? ¿Algún otro? Pronto lo sabremos.
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