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12 de abril de 2008

El caso tibetano


No es mi intención crear opinión en los demás, mi deseo es informarme y compartir el conocimiento que continuamente nos niega la dictadura mundial de los medios. Es por tanto una labor de “contra información” , que considero lícita en casos donde la manipulación deliberada de las opiniones es mas que evidente.
En las recientes revueltas del Tibet hemos recibido una información reducida, manipulada y sesgada contra China, en la que la labor de los periodistas se limita generalmente a opinar sobre un tema que no conozen o simplemente trasmiten un lema pegadizo. Nuestros medios como siempre se han subido a la ola impuesta por los principales canales de noticias ( Reuters, EFE, Periodistas sin fronteras, CNN ....) que continuamente moldean nuestra realidad. Detrás de su moralidad de doble rasero siempre se ocultan oscuras intenciones.


Tampoco deseo defender ningún sistema de gobierno, y menos uno donde la única libertad es la del dinero, donde la población debe sufrir tanto los desmanes del capitalismo salbaje como la represión y censura totalitarios. Un sistema que es un modelo a seguir por quienes desean globalizar (dominar) el planeta.


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Aun con todo desconfió cuando personajes como Sarkozy, Bush o la mismísima reina de Inglaterra se unen en un boicot que en realidad no es deportivo, económico o político, se trata de un boicot informativo, destinado a perdurar la imagen que continuamente se nos inculca de China. Sin ningún pudor se acusa a los chinos de cualquier mal que nos afecte antes de buscar la raíz del problema, así son culpables de nuestra inflación, del paro, el déficit del petróleo, materias primas y alimentos, el “calentamiento global” etc. Desde hace tiempo se esta generando una desconfianza hacia la cuarta parte de la población mundial, seguro que conoces a familiares o amigos que te han contado alguna historia o rumor improbado e inverosimil sobre una población que ya convive entre nosotros, esto crea un sentimiento reflejo de los chinos que aumentan su tendencia al aislamiento y desconfianza del exterior. Esta situación es muy similar a la que se creo en Alemania años antes del holocausto.


Paralelamente se ha creado un espectáculo alrededor de las marchas de la antorcha, que mas bien deberían llamarse marchas policiales, ¿de donde salen tantos miles de policías?, ¿qué pretenden evitar un antorchicidio?, ¿tan grabe seria esto que hay que movilizar tantísimos recursos?. Mas bien parecen marchas militares con las que se manda un mensaje al enemigo, para mi el mensaje esta claro cualquier voz disidente será forzosamente encauzada a través de los medios informativos y políticos establecidos. De esta forma el pretendido espíritu olímpico de fraternidad y amistad de naciones es deliberadamente invertido.


Las veladas intenciones de esta manipulación pueden ser:
· Evitar una apertura de China, algo que ayudaría a incrementar la libertad de su pueblo.
· Controlar el crecimiento y la expansión de la economía china en el mundo.
· Provocar tensiones internas e incluso revueltas.
· Alimentar odios y desconfianzas irracionales de cara a futuros enfrentamientos.








La cobertura mediática del Tibet
Daniel Méndez Morán http://untrenhastabeijing.wordpress.com/


China suele ser un país mal visto en Occidente. Con recelos, con miedo. Los medios occidentales se quejan del presupuesto destinado a Defensa, de la falta de Derechos Humanos, de los sueldos miserables de sus ciudadanos, las inversiones en África… En fin, después de leer las noticias que se publican en Occidente sobre este país, uno se pregunta si pasa algo bueno en China. Hay pocos países en el mundo que tengan tan mala prensa como éste.

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En los recientes altercados en el Tibet y otras provincias chinas, hemos vuelto a asistir a una información demasiado orientada contra China, simplificada, sin querer entrar al fondo de la cuestión y con numerosas omisiones. Las noticias publicadas en Occidente han enfadado más de lo normal a los chinos, que no comparten la visión ofrecida por los grandes medios informativos. Tanto es así que han surgido iniciativas como la anti-cnn y la anti-anti-cnn, que critican la cobertura realizada por algunos medios occidentales. La propia CNN se ha visto obligada a desmentir estas manipulaciones.
Sé que el trabajo de los periodistas es más difícil de lo que parece. Yo mismo he metido la pata en más de una ocasión y es cierto que estamos hablando de un tema bastante complejo, donde creo que entran en juego estereotipos e ideas preconcebidas que en muchas ocasiones no sabemos que tenemos en la cabeza. De todos modos, voy a intentar abordar algunos de los errores o simplificaciones que creo se han cometido con el tema Tibet-China:
- Tibetanos buenos y chinos malos. Antes de que comenzaran los altercados en Lhasa, China ya había perdido la batalla de la opinión pública. El conflicto entre China y Tibet es desde hace tiempo un enfrentamiento entre buenos y malos. Es lo que Rafael Poch llama una “visión Disney”, donde no hay matices ni escala de grises, y donde los personajes responden al héroe (Tibet) y monstruo (China). Los conflictos son normalmente algo mucho más complejo que un enfrentamiento entre buenos y malos.
- Historia del Tibet. La mayoría de los medios occidentales han resumido la historia del Tibet con la siguiente frase: “1950, el ejército chino invadió el Tibet”. La historia del Tibet es mucho más compleja que todo eso y, como mínimo, China convirtió la región en un protectorado durante la Dinastía Qing (1644-1911). Como dice Xulio Ríos, la historia del Tibet da argumentos a las dos partes (todo depende del enfoque de cada uno), aunque no parece de recibo querer simplificar el conflicto histórico con la frase que hemos citado. En el Financial Times, por ejemplo, empiezan el resumen de la historia del Tibet en 1911, que supongo les vendría mejor.
- Los tibetanos pacíficos. En Occidente, tal vez debido a la influencia de Hollywood, se cree que los tibetanos son pacíficos, espirituales y buena gente. El Dalai Lama aparece siempre envuelto en una aureola divina y la causa tibetana siempre tiene connotaciones positivas. Tal vez por eso (no encajaba en el guión que ya tenían escrito) muchos han omitido que las manifestaciones en Lhasa que provocaron tanto revuelo fueron violentas, quemando hoteles, casas y negocios y atacando a chinos, entre ellos algunos niños. La violencia por parte de tibetanos en estas manifestaciones contra personas inocentes ha sido deliberadamente “escondida” por la mayoría de medios occidentales.


Noticia publicada por El País.

- Nos gustan más las fuentes tibetanas. Es cierto que las fuentes del Gobierno chino son de las menos fiables del planeta, pero eso no quiere decir que las del Gobierno tibetano en el exilio no sean también interesadas. Hay que tener en cuenta que ambos tienen intereses en este conflicto y que ambos están interesados en aportar una visión determinada. Sin embargo, en muchos medios se han utilizado las fuentes tibetanas (sin pruebas fehacientes de que sean ciertas) como realidades demostradas.
- ¿Cuál es la política china en Tibet? Muy pocos medios han intentado abordar lo que pasa de verdad en el Tibet. Casi todos han recogido las palabras del Dalai Lama que hablaba de “genocidio cultural”, pero muy pocos han intentado analizar el origen y la evolución del conflicto. Pocos han citado el régimen que había antes de que llegaran los comunistas, las ventajas de que disponen los tibetanos en China (menos notas para entrar en la Universidad, no tienen que seguir la política del hijo único…) y las enormes inversiones del Gobierno chino. Al público occidental le ha faltado aquí la otra cara del conflicto. Una muy buena aproximación a este tema es la de Peter Hessler en Tibet through Chinese Eyes.
- ¿Qué intereses tiene Occidente en todo esto? Muy pocos medios occidentales se han hecho esta pregunta. El Tibet fue una zona estratégica en la que Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos han tenido intereses a lo largo de su historia. No conviene olvidar tampoco que Estados Unidos, en un intento por desestabilizar a la China comunista durante la Guerra Fría, financió a la guerrilla tibetana e incluso dio importantes sumas de dinero directamente al Dalai Lama. Sin ir más lejos, medios como la Radio Free Asia (frecuentemente citada por los medios occidentales) nació de la CIA y es evidente que el Dalai Lama ha sabido granjearse muchos amigos en Hollywood. La misma semana en la que estos acontecimientos se desarrollaban en Tibet, EE.UU. mandaba barcos de guerra para “proteger” las elecciones en Taiwán (en un mensaje claro a China), anunciaba que aumentaría las emisiones de radio en tibetano y Nansi Pelosi se entrevistaba con el Dalai Lama. Echando un vistazo a la historia y al sentido común, como mínimo cabría preguntarse por los intereses occidentales (sobre todo de EE.UU.) en este conflicto.
- Fotos e imágenes. Debido a lo que hemos dicho más arriba (idea de tibetanos buenos-chinos malos, simplificación del conflicto…) algunas imágenes han sido mal utilizadas por los medios y fallado en el propósito de ofrecer una información objetiva (o por lo menos honesta). Uno de los ejemplos más vergonzosos ha sido el de utilizar imágenes de policías en Nepal o India golpeando a monjes tibetanos como si estuvieran pasando en China.

Noticia publicada por 20minutos donde la información referida a China aparece ilustrada por una foto de manifestantes y policías en Katmandú, Nepal.

Otra que ha creado mucho polémica ha sido la edición de una fotografía publicada por la CNN en la que se recortaron a los violentos manifestantes tibetanos.



Aunque la mayoría de medios occidentales no han hecho mucho caso a estas críticas llegadas desde China, algunos ya han tenido que rectificar. Así le ha pasado al Washington Post, que ha tenido que corregir uno de los pie de foto en el que las imágenes correspondían a Nepal y no a China. Lo mismo le pasó a las alemanas RTL TV y N-TV que hicieron correcciones en su página web los días 23 y 24 de marzo y pidieron perdón al público.
Evidentemente, todo esto parecen pequeños detalles en comparación con la manipulación hecha por los medios de comunicación chinos. Uno de los principales problemas y hostilidad de los medios hacia Pekín viene precisamente de las prohibiciones y la censura chinas, que predisponen a muchos periodistas y ciudadanos contra ella. No sólo eso, sino que impedir a los informadores acceder a Tibet ha impedido que sepamos lo que ha pasado de verdad en los últimos días.
Desde que estoy en China, nunca había visto una diferencia tan grande entre lo que piensa Occidente y lo que piensa China, entre la forma en la que unos y otros interpretan este país. De seguir así, con estas noticias que siempre van contra Pekín y que se olvidan de la otra parte, corremos el peligro de cortar el cable de comunicación con China.

Nota: para los amantes del Youtube, el conflicto de Tibet también ha dejado cosas interesantes: entre ellos “China fue, es y será parte de China” y su réplica “China no fue, no es y no será parte de China”. Más interesante es un vídeo que ya he enlazado más arriba, titulado de True Face of Western Media, donde se muestran algunos de los errores cometidos por los medios occidentales (sobre todo estadounidenses y alemanes).


El boicot olímpico visto desde China

Tras las violentas protestas de tibetanos en Lhasa y otras regiones de China, ha comenzado a tomar fuerza en algunos colectivos occidentales la idea de un boicot contra los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Los motivos son, según dicen sus portavoces, defender los derechos humanos en China, criticar a un Gobierno que oprime a sus minorías y apostar por una mayor apertura del régimen de Pekín.
Pero, ¿cómo son tomadas estas críticas por la población china? Casi siempre olvidados por los medios occidentales, conviene tener en cuenta los puntos de vista de esos 1.300 millones de chinos, que serían los que sufrirían los efectos de semejante boicot.
Para empezar, conviene decir que los chinos asisten sorprendidos a las campañas organizadas en contra de su Gobierno. La inmensa mayoría de la población apoya las reformas de los últimos años, está contenta con los derechos que se van reconociendo y entusiasmada con la celebración de las Olimpiadas. Un boicot a los Juegos, en contra de lo que dicen algunas asociaciones, cuenta con un rechazo masivo por parte de la población china.

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En segundo lugar, los chinos se sienten incomprendidos. Los ciudadanos tienen la sensación de que Occidente no entiende una civilización como la China, que se la juzga con demasiada severidad y que se le aplica una doble vara de medir. Los medios occidentales describen todos los días una China peligrosa y amenazante, en la que Pekín siempre es el malo de la película; donde nunca se habla de las mejoras que ha experimentado la población en los últimos 30 años y donde el doble rasero parece un principio editorial. Los chinos no se reconocen en esa China interpretada por Occidente.
Entre los numerosos ejemplos, muchos chinos se preguntan por el “misterioso” caso de Steven Spierlberg, que abandonó su puesto de consultor artístico para las ceremonias de los Juegos Olímpicos debido a la política china en Darfur. Después de la labor realizada por la Administración Bush durante los últimos años (sin mencionar la política colonial europea en África), algunos se preguntan si Spierlberg ha pensado en abandonar su país como medida de protesta por Guantánamo o la Guerra de Irak. Otros se preguntan por qué el foco crítico de Occidente siempre se ceba con China, mientras pasa de puntillas por países como Arabia Saudí, Israel o Pakistán, todos ellos con importantes lagunas en el respeto a los derechos humanos.
Después de la sorpresa y el sentimiento de incomprensión, muchos chinos ven el boicot a Pekín 2008 como un intento por frenar el ascenso pacífico que el país ha protagonizado en las últimas décadas y una intromisión arrogante de los extranjeros en asuntos internos. Hoy cuarta economía del mundo, antecedentes como la colonización de China durante los siglos XIX y XX o el apoyo económico de la CIA a la causa tibetana hacen pensar que las intenciones de Estados Unidos siguen siendo las mismas: debilitar al gigante asiático e impedir su ascenso ahora que puede.
Desde ONGs y otro tipo de instituciones, la principal causa para apoyar un boicot olímpico es la falta de respeto a los derechos humanos en China. Como bien señalan ONGs, en este país no existe la libertad de prensa, hay torturas en sus cárceles y un control férreo sobre las minorías. Hay escasas garantías judiciales, se intenta impedir la libre circulación de los ciudadanos y es el país con mayor número de condenados a muerte del mundo.
Pero, ¿cuál es la visión desde China? Cualquiera que haya seguido la evolución de las últimas décadas puede afirmar que poco a poco se van permitiendo mayores espacios de libertad y que el progreso de los últimos 30 años es significativo. Aún queda un camino inmenso por recorrer, pero lo cierto es que China vive su mejor momento (económico, político y social) de los últimos 200 años.
Ante la llamada al boicot olímpico, lo más importante es plantearse si esta acción solucionaría los problemas que denuncia. Como afirmaba hace poco Xulio Ríos, gran conocedor de la situación política en China, boicotear las Olimpiadas sería visto por los chinos como una falta de respeto y una muestra de incomprensión; no sólo eso, si no que es de presumir que el país ralentizaría su liberalización y apertura al mundo. Por mucho que se pueda estar de acuerdo con las reivindicaciones del Dalai Lama, una medida tan severa como un boicot olímpico podría ser contraproducente.
Los Juegos Olímpicos son una oportunidad para que China (ella misma) acelere sus reformas políticas y sociales. Apostar por los Derechos Humanos hoy en China consiste en denunciar las injusticias cometidas y en presionar al Gobierno para seguir abriendo nuevos márgenes de libertad. Pero apostar por los Derechos Humanos en China también consiste en reconocer el camino andado en las últimas décadas (para no volver nunca más atrás), en abandonar el doble rasero occidental y en buscar canales de diálogo con las autoridades chinas. Por el bien de los Derechos Humanos, lo mejor que le puede pasar a China (y al mundo) es que la llama olímpica se encienda en Pekín el próximo 8 de agosto.





El Dalai Lama alentó en Tíbet la violencia y el separatismo para afectar Juegos Olímpicos
http://www.elperiodicoaustral.com/diario/noticias.php?leer=112800

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No fue casualidad que los violentos incidentes en Lhasa comenzaran este 10 de marzo. Es que se cumplían 59 años de una insurrección separatista en esa provincia de China, organizada por la CIA. Derrotada, el Dalai Lama, se terminó exiliando en el norte de la India. En forma esporádica, en esa fecha el separatismo en decadencia busca retomar sus ínfulas de constituirse en un país aparte.
Las de este año fueron anunciadas en enero en la India, por un "Movimiento de Levantamiento del Pueblo Tibetano", que -de cara a frustrar los Juegos Olímpicos en la capital china- hablaba de comenzar las acciones el 10 de marzo. El 25 de enero, cuando esta convocatoria se hizo pública, el embajador norteamericano en la India, David Mulford, estaba reunido con el Dalai Lama en Dharamsala, donde reside desde su exilio.

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Pequeña digresión: Mulford es el ex presidente del Crédit Suisse-First Boston artífice de la debacle argentina en 2001, por inflar la deuda externa, refinanciarla con grandes intereses y cobrar comisiones millonarias, durante el menemo-cavallismo. Fue condecorado por Menem en 1992 por su participación en el "Plan Brady".
Seguimos con el Tíbet. El estallido violento, que los medios de prensa pro estadounidenses presentaron como "pacíficos", era un depósito a fecha fija.
Los monjes vestidos con color naranja presentaron la cara beatífica ante esos medios. Pero se dividieron el trabajo con grupos organizados de jóvenes que, cuchillos en mano, atacaron en la capital a cuantos chinos de las etnias Han y Hui que veían.
La mayor revuelta fue el viernes 14 de marzo. El saldo denunciado por el presidente de la región autónoma del Tíbet, Qiangba Puncong, fue de 13 civiles muertos, 325 heridos; 422 tiendas, 6 hospitales, 7 escuelas y 120 viviendas dañadas.
Naturalmente que Reporteros Sin Fronteras y otros sellos periodísticos y/o directamente políticos, financiados por fundaciones de superficie del Departamento de Estado, como la Campaña Internacional para el Tíbet, dirigida por John Ackerly, dieron una información opuesta. Según estos intereses, una manifestación pacífica fue aplastada violentamente por los comunistas chinos con saldo de 100 muertos.
Sin embargo, el periodista James Miles, de The Economist, acreditado en Lhasa, escribió que hubo una "revuelta violenta de naturaleza étnica y racista" pues los jóvenes tibetanos atacaban los negocios de chinos y apaleaban a la gente. Aseguró que "durante toda la tarde del viernes 14 no vio ni un solo policía armado".
Por su parte Benjamin Morgan, de la Agencia France Press, reporteó a turistas que volvían de Lhasa el 17 de marzo. El español Juan Carlos Alonso, le declaró: "los jóvenes querían destruir todo lo chino que se cruzara en su camino. Tenían cuchillos, machetes, cuchillos de carnicería, muchos chinos corrían para salvar sus vidas. He visto como los manifestantes sacaban a la fuerza a una joven de su casa y le golpeaban con piedras".

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¿De dónde viene la violencia?

Una tercera fuente completa la idea sobre si el derramamiento de sangre vino por el gobierno del Tíbet o por los manifestantes racistas. "En el cruce que se encuentra enfrente de mi hotel pude observar cómo unos tibetanos enfurecidos acribillaban de piedras a chinos montados en motocicleta que pasaban por ahí. Cuando alguno de ellos caía de su motocicleta, era linchado de forma atroz", declaró un turista holandés en el periódico De Volkskrant.
El fondo del asunto es que los poderosos intereses feudales y semifeudales del viejo Tíbet que expresa el gobierno teocrático en el exilio del Dalai no digieren la revolución china de 1949 y la llegada de la misma a aquella región china en 1950. Luego de algunos años de tires y aflojes con el poder socialista, cuando éste comenzó la reforma agraria en regiones tibetanas, se llegó a un enfrentamiento total.
Los viejos funcionarios del Dalai, los antiguos nobles y la capa superior de las órdenes de los monjes -trípode en que se sostenía el sistema feudal y hasta esclavista- se rebelaron violentamente en 1959.
Los incendios de Lhasa entre el 10 y 14 de marzo último dejaron traslucir -más allá de la juventud de los lúmpenes que incendiaron y mataron- una vieja aspiración de las clases dominantes derrocadas por el movimiento popular chino hace ya más de medio siglo.
En lo inmediato ninguna persona mínimamente informada podía suponer que con esa revuelta podrían siquiera derribar al presidente del gobierno de la región autónoma. El objetivo era más módico: afectar el normal desarrollo de los Juegos Olímpicos, previstos para agosto próximo. Si con estos incidentes se podía reforzar en Occidente la idea de que China es una dictadura, bien. Y si se lograba un boicot a esos Juegos, tanto mejor.
En cuanto a la meta más elevada, todo indica que el Dalai y los sectores norteamericanos y europeos de derecha que fomentan el boicot, no van a tener éxito. En cuanto a la sistemática propaganda antichina, tampoco han podido avanzar mucho pues los Estados Unidos vienen incurriendo en una contradicción tras otra. En el parcializado informe sobre observancia de derechos humanos en el mundo, el Departamento de Estado excluyó el 11 de marzo último a China de la "lista negra" de violadores de los derechos humanos (Ansa 12/3). El año anterior sí hizo figurar al gigante asiático en el lote de los "mayores violadores sistemáticos".

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Rol de Washington.

La rebelión armada de 1959 en el Tíbet, luego de tres años que socialismo avanzara con la reforma agraria, fue organizada por el Dalai con el concurso de la CIA. Dos libros lo cuentan con detalle. Uno, "La guerra secreta de la CIA en el Tíbet", de Kenneth Conboy, respecto al cual opinó el especialista de la CIA, William Learey: "un estudio excelente e impresionante sobre una de las operaciones secretas de la CIA más importante durante la Guerra Fría".
El otro libro, "Los guerreros de Buda, la historia de los combatientes tibetanos de la libertad apoyados por la CIA", de Mikel Dunham, relata cómo la inteligencia norteamericana llevó cientos de tibetanos a EE.UU, los entrenó, les envió con paracaídas muchas armas a sus territorios". El prólogo estuvo a cargo del propio Dalai, quien aseguró que mantenía sus principios pacifistas pero a la vez confesaba que "siempre he admirado estos combatientes de la libertad por su valor y su determinación inquebrantables" (citado en http//:infortibet.skyneblogs.be/post/543093/tibetaanse).
No es difícil entender que en esos años, el imperio buscaba puntos de apoyo para atacar a China y el Tíbet podía ser una buena plaza. Explotaba los resentimientos políticos y religiosos que subsistían en un lugar que China reivindica como parte de su territorio desde el siglo XIII. La operación de la CIA se adelantó dos años a lo que fue el desembarco en Playa Girón contra Cuba, igualmente derrotado.
Pero no vaya a creerse que el aliento estadounidense a la secesión en el país socialista se quedó en cosas sucedidas a mediados del siglo XX. En octubre del año pasado el presidente George Bush y autoridades del Capitolio entregaron una medalla de oro al Dalai Lama y lo presentaron ante el mundo como un adalid de la democracia. Fue una forma de respaldar su ilegítimo "gobierno tibetano en el exilio" y sus aspiraciones separatistas.


En plena revuelta del corriente mes, llegó hasta Dharamsala, India, la presidente de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, para reunirse con el Dalai Lama y demás exiliados, cuyas demandas apoyó.
Los norteamericanos no son los únicos en hostilizar a China. La canciller germana Angela Merkel también recibió al Dalai como si fuera el presidente tibetano. El francés Nicolas Sarkozy envió una carta a Hu Jintao exhortándole "poner fin a la violencia en el Tíbet". En otras declaraciones no descartó un boicot a las ceremonias inaugurales de los Juegos Olímpicos, un insistente pedido de Robert Ménard, de los Reporteros Sin Fronteras (y sin escrúpulos).
A despecho de esas campañas, China Popular está por recibir la antorcha olímpica prendida frente al templo de Hera, en Grecia, y piensa llevarla por veinte países a lo largo de cinco meses, incluso subirla hasta el monte Everest, en Tíbet. Lo hará aunque el Dalai y sus seguidores, incluyendo Richard Gere y Susana Giménez, estén soplando para tratar de apagarla.


Tibet, Dalai Lama, Hollywood...
Jon Odriozola Gara


El 9 de enero de 2006, a los 93 años de edad, falleció el alpinista austríaco Heinrich Harrer. Su nombre no diría nada de no ser por el estreno en 1997 de la película «7 años en el Tibet», protagonizada por el hiperbóreo metrosexual -y buen actor- Brad Pitt, basada en el libro autobiográfico de Harrer. Pero ni en el libro, publicado en 1953, ni en el film, casi medio siglo más tarde, la expedición de Harrer al Himalaya se relaciona con los nazis y la II Guerra Mundial. Cuando la revista «Stern» desveló el pasado nazi de Harrer, éste lo negó rotundamente: lo suyo era sólo deporte.
Harrer nació en Austria en 1912, en los Alpes de Carintia. Estudió geografía y Educación Física. Tras la llegada de Hitler al poder en 1933, Harrer se afilió a las juventudes hitlerianas. Fue miembro de las SA y más tarde de las SS, pero no en Alemania, sino en Austria, donde el partido nazi era ilegal -o sea, un traidor a su propio país- hasta que Austria fue anexionada cinco años después por Alemania en el Anschluss.
En 1936 Harrer participó en los Juegos Olímpicos de Berlín (los de Jesse Owens bajo la biliosa mirada de Hitler) en el equipo de esquí austríaco. Dos años después fue pionero en escalar la cara norte del Eiger (cima suiza de los Alpes berneses), hazaña por la que fue llamado por Hitler, que lo recibió en persona. Tras la anexión de Austria, Harrer se convirtió en entrenador del equipo alemán de esquí femenino de descenso y eslalon. Al año siguiente, Harrer viaja al Himalaya no por razones deportivas, sino estratégicas, enviado por la Alemania nazi para preparar el ataque al Imperio británico en sus posesiones coloniales de la India. Himmler en persona había invitado a Harrer a participar en una expedición de reconocimiento del Nanga Parbat (en la actual Pakistán). Varios años antes, Himmler ya había enviado a Lhasa, capital del Tibet, un equipo de reconocimiento. Uno de los hombres de aquella primera expedición, Bruno Beger, era un nazi que, luego, siendo oficial de las SS, destacó como sayón en Auschwitz. Beger permaneció varios meses en Lhasa, donde logró hacerse con el apoyo de Tsarong, el mismo tibetano que luego ayudaría a Harrer a entrar en la ciudad prohibida. Tsarong era uno de los caciques más ricos de Lhasa.
Los nazis se proponían aliarse con los tibetanos, a quienes Himmler consideraba descendientes de los arios, para destruir las fuerzas británicas desplegadas en la India. En 1939 comienza la expedición al Nanga Parbat, pero la coartada alpinista de Harrer no engañó a los ingleses, que lo internaron en un campo de prisioneros en India, donde aprendió tibetano e hindi. En 1944 consiguió escapar y llegar a Lhasa, donde conoció a Tsarong que, a su vez, le presentó al Dalai Lama, de quien llegó a ser «maestro personal», así como asesor de ministros y funcionarios en la gestión de un Estado teocrático y esclavista muy lejos del país idílico que acostumbran a presentarnos los imperialistas.
Las cosas se complican en 1949. Los comunistas chinos liberan el país (para un lamaísta sería «invadir», claro) de la clerigalla que vivía del comercio y la explotación salvaje de los siervos que trabajaban las tierras de los monasterios y templos como en la época feudal. El nazi Harrer está en la primera línea de defensa de Lhasa frente al Ejército Popular de Liberación. Los monjes no oponen precisamente rezos ni plegarias a las tropas revolucionarias y la lucha es muy larga en el Tibet. Finalmente, la derrota le obliga a Harrer a huir del Tibet en 1951. Dos años después escribe su libro sobre el Tibet, presentado como una aventura personal y casi mística. El nazi se convierte en el mayor defensor del independentismo tibetano (como hoy EEUU de Kosovo) frente a la invasión de los «bárbaros» comunistas chinos que habían quemado los templos y santuarios lamaístas. A pesar de la derrota,la amistad con el Dalai Lama no se interrumpe: Harrer fue condecorado por el gobierno tibetano en el exilio con la Luz de la Verdad por su apoyo al Tibet «independiente».
El 14 de agosto de 1999 el Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano, se presentó en el Central Park de Nueva York para dar unas charlas. La gente rica llegó a pagar hasta 1.000 dólares para oír hablar a este vendedor de crecepelos como los feriantes del far west.Fue promocionado por todas las cadenas de televisión gringas. Pero nadie dijo nada acerca de cómo es eso de pedir la independencia del Tibet y no decir ni pío sobre la colonia yanqui que se llama Puerto Rico, por ejemplo. ¿Sería hacer demagogia o, quizá, mal gusto con el anfitrión? Bandas de rock, estrellas de cine y otros ejemplares de lo más granado de la fauna intelectual que nos indican el camino (el tao) honran al Dalai Lama mientras agarran ronquera gritando «Euskal Herria askatu», digo «Tibet libre». Una figura de culto,un «santo» (para Disney y TriStar).
Tibet y el budismo tibetano serían de poco interés para el imperialismo norteamericano si no hubiera sido por la gran revolución china que barrió la vieja sociedad feudal. El Tibet prerrevolucionario era una región completamente subdesarrollada. Era una teocracia feudal agrícola basada en la servidumbre y la esclavitud. Más del 90% de la población eran siervos sin tierra. Sus hijos eran registrados en los libros de propiedad del terrateniente de turno. No había escuelas (si no había industria, ¿para qué?), aparte de los monasterios donde un puñado de jóvenes estudiaban... cantos. ¿Sanidad, hospitales, carreteras, educación de las mujeres? Qué risa. El Dalai Lama vivía en el Palacio Potala de mil habitaciones y catorce pisos. Se le escogía, eso sí, fuera de los círculos gobernantes para que fuera un peón bajo el control de los consejeros de la nobleza (al actual Dalai Lama la CIA le puso un sueldo a comienzos de los años 60). Hogaño el Tibet no es el de antaño de los, como diría Galdós, «curánganos», holgazanes y parásitos. También hay que decir que los comunistas chinos se opusieron a las ancestrales costumbres del Tibet y/o no las respetaron (por eso hoy se habla de «genocidio cultural»).
No hace mucho fue Myanmar (Birmania) y ahora China con el pretexto del Tibet y usando la estética emotivo-política monjil como si de bonzos vietnamitas se tratara y todo fuera igual y la historia no sirviera para nada. En medio los Juegos Olímpicos, otro alibi para atacar a China. Y no lo entiendo, porque si China se pone a vender dólares, la economía USA se va al garete mañana mismo. ¿Quiere el imperio morir matando?
Aviso a los capciosos que quien esto escribe no tiene a China por un país comunista, desgraciadamente.

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EL TIBET Y LA CIA
por Agencias http://www.laceluladigital.com/venezuela/index.php?option=com_content&task=view&id=1496&Itemid=29


En 1951, los comunistas tomaban el poder en el Tibet. En el curso de los dos siglos anteriores, ni un solo país en el mundo había reconocido al Tibet como un país independiente. Durante estos doscientos años, la comunidad internacional había considerado el Tibet como una parte integrante de China o, al menos, como un Estado vasallo. Ya en 1950, India afirmaba que el Tibet era una parte integrante de China. Inglaterra que, hacía cuarenta años que ocupaba una posición privilegiada en el Tibet, siguió la posición india al pie de la letra.
Tan sólo los EEUU se mostraron vacilantes. Hasta la Segunda Guerra mundial, consideraron al Tibet como una parte de China e incluso frenaban a Inglaterra sobre sus avances en el Tibet. Pero, tras la guerra, los EEUU quisieron hacer del Tibet un enclave religioso contra el comunismo.

Contrariamente a lo que ocurre con la cuestión coreana, donde fueron completamente aislados. No consiguieron establecer ninguna coalición internacional. En 1951, la mayor parte de la elite tibetana, incluyendo la Asamblea General ampliada, aceptó el acuerdo de negociar con China una “liberación pacífica”. Pero esto cambio cuando, en 1956, las autoridades decidieron aplicar una reforma agraria en los territorios tibetanos de la provincia de Sicuani. La elite local no aceptó que sus propiedades y sus derechos se vieran afectados. Estos hechos condujeron al levantamiento armado de 1959. La revuelta armada se preparó durante varios años, bajo la dirección de los servicios secretos americanos, la CIA. Esto aparece claramente descrito en « The CIA's Secret War in Tibet » (La guerra secreta de la CIA en el Tibet) de Kenneth Conboy (University Press of Kansas, 2002, 300 páginas) una obra sobre la cual el especialista de la CIA, William Leary, escribió “Un estudio excelente e impresionante sobre una de las operaciones secretas de la CIA más importante durante la guerra fría”. Otro libro, « Buddha's Warriors – The story of the CIA-backed Tibetan Freedom Fighters » (Los guerreros de Budha – La historia de los combatientes tibetanos de la libertad apoyados por la CIA), de Mikel Dunham (Penguin, 2004, 434 páginas) explica cómo la CIA llevó cientos de tibetanos a los EEUU, les condujo y les armó, les mandó paracaídas cargados de armas sobre su territorio, les formó en la utilización de las armas de fuego a la vez que se movían a caballo, etc. El prólogo de esta obra ha sido redactada por “su Santidad el Dalai-Lama”. Sin duda este último considera un honor el hecho que la rebelión separatista armada haya sido dirigida por la CIA. En el prólogo, escribe “Aunque tenga el profundo sentimiento que la lucha de los tibetanos sólo podrá triunfar por un enfoque a largo término y utilizando medios pacíficos, siempre he admirado estos combatientes de la libertad por su valor y su determinación inquebrantables” (página XI).



La ocupación china del Tibet y la huida del Dalai Lama.

(Por Mencey) http://www.elgrancapitan.org/foro/la-ocupacion-china-del-tibetla-huida-del-dalai-lama-vt6613.html

El Tibet, verdadero techo del mundo, ha estado siempre sometido a la esfera de influencia política y cultural China, si bien muy rara vez en su historia se ha encontrado bajo el control directo de China debido a la protección física natural que representan las cumbres del Himalaya. Después de su victoria sobre el Kuomintang en 1949,los nuevos mandatarios Comunistas en Pekín decidieron que se habían acabado las veleidades de autogobierno Tibetanas, China estaba dispuesta por todos los medios a imponer su autoridad.


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El Tibet estaba caracterizado por un estilo de vida único, el budismo lo impregnaba todo, lo que marcaba profundas diferencias con los modelos imperantes en la Republica Popular, pero no todos los habitantes del país eran pacíficos y devotos budistas. La unidad del país se basaba en la religión, pero los habitantes del Tibet son en realidad dos pueblos diferentes. Al Oste del país, los sedentarios y pacíficos Lhaseanos, al Este, los Khamba, una raza de guerreros que gozaba de fama de ferocidad en combate desde hacia siglos. Los Khamba eran nómadas sin sitio fijo, su hogar eran las mesetas agrestes de clima riguroso, su transporte el caballo y su casa tiendas de piel de Yak. Para los Khamba el bandolerismo hacia formado parte esencial de su forma de vida y se sentían orgullosos de su reputación marcial, ningún Khamba se separaba jamás de su espada, todo Khamba varón era educado para convertirse en guerrero.

13th Dalai Lama - (1876-1933)

Cuando los Chinos entraron en el Tibet, se enfrentaron con el mal preparado y armado Ejercito Tibetano, formado por reclutas Lhaseanos, pero los Chinos debieron enfrentarse durante los años 50 a un estado de insurrección general por parte de los Khamba. La reivindicación China sobre la soberanía del Tibet viene de muy antiguo, dejando de lado consideraciones históricas, la ocupación del país era para los Chinos asunto estratégico. El Tibet había prestado vasallaje al Imperio Manchu desde el siglo XVIII, pero con la caída del Imperio y el desorden y anarquía del país en esos años, había ganado una independencia total de hecho. En 1914, Gran Bretaña y el Tibet firmaron un tratado de limites para la frontera de la India, con gran protesta de Pekín, a la larga seria la causa remota de la guerra chino-india de 1962.




En 1918 y 1928 , los Chinos enviaron dos expediciones militares contra el Tibet, que acabaron en total fracaso. La llegada de los Comunistas al poder puso la cuestión de la Soberanía del Tibet en primer plano. El primer paso de los Chinos fue apoyar al Pachem Lama, rival del Dalai Lama, Jefe Político y Religioso de la nación, para minar su autoridad. A partir de enero de 1950, la presión política de los Chinos fue en aumento, hasta que en Octubre se decidieron por la vía militar.Tras confirmar los servicios de Inteligencia Chinos que no era probable que ningún país Occidental acudiera en ayuda del Dalai Lama, el EPL trazo un plan para la invasión del país. Tres Grupos principales de fuerzas fueron colocados bajo el mando del General Wang con objeto de invadir el Tibet, aunque el plan era paternidad de Lin Piao, el mejor general que tenían los Comunistas y Conquistador de Manchuria en la Guerra Civil frente a los Ejércitos nacionalistas.

En la frontera con la provincia Tibetana de Kham, 50.000 hombres, en la provincia de Chinghai 40.000 y 3.000 Km. mas lejos ,en Sinkiang, 30.000 mas preparados para desencadenar un ataque por sorpresa contra las fronteras occidentales del Tibet. El Tibet, que solo contaba con 8.500 hombres en su Ejercito regular, era incapaz de hacer frente a este despliegue de fuerzas. La función del Ejercito era mas de seguridad interna que militar, solo contaba como equipo pesado con 50 piezas de artillería ligera, 250 morteros y unas 200 ametralladoras.

Durante la noche del 6 de Octubre, 3 contingentes de fuerzas chinas atravesaban el Yangtze y avanzaban contra las primeras posiciones de las fuerzas Tibetanas. La guarnición de Danko, 400 hombres con 12 ametralladoras como equipo pesado, fue arrollada de inmediato, algo mas el sur las unidades chinas atravesaron el río y derrotaron a la pequeña guarnición de 50 hombres de Rangsum. A 200 Km. mas hacia el sur, los Chinos atravesaron el río y se dividieron en dos columnas, una debía avanzar hacia Chamdo, capital del Tibet Oriental, la otra se debía abrir paso hacia la ciudad de Markkam. El Comandante Tibetano de Markkam solo contaba con 250 hombres para la defensa, vista la inmensa superioridad china decidió replegarse, pero el contingente Khamba que había entre la tropa lo amenazo con sus armas y le obligo a defender la posición hasta la muerte.

El 7 de Octubre, los Chinos avanzaron por la carretera que conducía a Chamdo, el 8 habían alcanzado un desfiladero de cerca de 5.000 metros de altura. Los tibetanos montaron una emboscada desde posiciones elegidas con acierto y causaron muchas bajas a los Chinos. La inmensa superioridad de estos y el fuego de la artillería terminaron por obligar a los Tibetanos a retirarse. Aun no se conocía en Chamdo y mucho menos en Lhasa, noticia alguna sobre la invasión China, solo el 11 de Octubre , 5 días después de comenzada, llegaron noticias a Chamdo traídas por un mensajero a Caballo, esto da idea de las distancias y los problemas de comunicación que existían en el país. El Gobernador de Chamdo no hizo nada por organizar la Defensa y pidió permiso a Lhasa para capitular. Le fue denegado, pero el 17 se retiro de la ciudad, fue capturado por los Chinos y rindió toda la provincia, junto con los 700 hombres que le restaban.

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LA RESISTENCIA DEL TIBET ORIENTAL HABIA DURADO SOLO 10 DIAS

La caída de Chamdo convenció al Gobierno Tibetano de que Pekín podía imponerse por la vía militar y de que toda resistencia era inútil. Después de Chamdo se suspendieron las operaciones militares y comenzaron las negociaciones. China prometió reconocer la figura del Dalai Lama y la idiosincrasia del país, el Tibet pasaría a ser una región autónoma dentro de la Republica Popular y el Ejercito Tibetano se integraría en el EPL. En Mayo del 51 se firmo el acuerdo, las tropas Chinas penetraron en el país. En Lhasa se estableció una guarnición de 20.000 soldados Chinos.

En apariencia, China tenia el control sobre el Tibet, pero en la provincia de Kham, la guerra no había hecho mas que comenzar. Las tribus Khambas no estaban dispuestas a aceptar ninguna forma de control central que fuera contra su modo de vida tradicional y muy pronto se creo un ambiente de rebelión contra el Gobierno de Pekín. En Kham había únicamente una carretera principal digna de ese nombre, la que va de Lhasa a Chamdo, pista de mas de mil kilómetros a casi 5.000 metros de altura. Aunque los Chinos usaban el transporte aéreo para el aprovisionamiento, era evidente que la mayoría de los suministros para mantener sus guarniciones en el Tibet debía de llegar por tierra. Los Khamba se hallaban en total inferioridad en materia de armas, municiones y efectivos, pero el terreno les favorecía. Los Chinos estaban en un marco geográfico totalmente diferente al que había sido testigo de las grandes victorias del EPL, una región montañosa en la que el frió y la gran altitud hacían estragos entre los soldados.

Alimentar las guarniciones Chinas en el Tibet era un problema importante, apenas se podía contar con los recursos locales, los soldados Chinos no aguantaban demasiado tiempo en condiciones optimas para el combate con una dieta a base de carne de yak, cebada, te y mantequilla, como los Khamba. El aprovisionamiento aéreo a las guarniciones era esporádico y muy irregular debido a las condiciones atmosféricas, que muchas veces reducían la visibilidad a cero. Los convoyes Chinos que intentaban avanzar por las serpenteantes carreteras encontraban muchísimas dificultades para abrirse camino por el mal tiempo, cuando no eran atacados por las guerrillas. Cuando las fuerzas Chinas contraatacaban no conseguían sacar partido de su superioridad en armamento. El armamento mas pesado se debía llevar a brazo o a lomo, cuando las piezas de artillería chinas lograban ser emplazadas, los guerrilleros ya habían salido de su radio de alcance. La Aviación en estos casos también eran ineficaz.

Los Khamba atacaban portando sus espadas tradicionales, algunas de hasta metro y medio de longitud y haciendo un fuego mortífero de fusil y ametralladora desde las alturas donde emboscaban a los convoyes Chinos. El efecto que hacia sobre los reclutas chinos una masa de hombres atacándoles de esa guisa y lanzando espantosos gritos, era tremendo. Los Khamba ,gracias a sus pequeños y ágiles caballos, tenían también la ventaja de la movilidad, podían recorrer grandes distancias por terreno abrupto a gran velocidad, cosa que era impensable para los Chinos, condenados a depender de sus vehículos y no salirse de las carreteras e incapaces de perseguir a las guerrillas en terrenos escarpados. Los Chinos, que se las prometían muy felices tras haberse hecho con el Tibet en una guerra de no mas de 10 días, se vieron arrastrados a un largo conflicto de guerrillas. Las revueltas de 1954 y 1959 demostraron que estaban lejos de tener el control total del país. El acuerdo Chino-Tibetano de 1951 consagraba la ocupación del país por parte del EPL, sin embargo subsistía en Lhasa la Teocracia Budista que había gobernado el Tibet desde tiempos inmemoriales.

Pese a sus éxitos militares, no les fue fácil a los Chinos hacerse con el control y reafirmar su autoridad. El principal obstáculo para los Chinos era el Conservadurismo intrínseco en la población Tibetana y el místico respeto por la figura del Dalai Lama, líder político y religioso. Los Chinos se lanzaron en primer lugar al objetivo de quebrantar la unidad política del país, el primer paso fue apoyar la figura del Pachem Lama como alternativa al Dalai. Al mismo tiempo los Chinos trabajaron a todos los niveles para socavar los fundamentos religiosos, económicos y sociales del Tibet. Abrieron hospitales, introdujeron nuevas medidas para mejorar la agricultura, cambiaron el sistema de tributos y tenencia de la tierra y sobre todo, hicieron un uso abrumador de la propaganda. Se pretendía que al introducir métodos científicos modernos se desprestigiaran las instituciones monásticas. Al abolir los tributos feudales, se liberalizaba a las clases rurales de los Nobles y los Monjes de los Monasterios, dueños de las tierras. Todas estas medidas políticas y económico-sociales, estaban firmemente apoyadas por otras de tipo militar.

Todos estos cambios impresionaron a muchos Tibetanos, pero desagradaron a otros muchos. La tecnología China era de utilidad, pero la ideología Maoísta generaba mucha desconfianza en un pueblo tan tradicional como el Tibetano. Además, el mantener a las guarniciones y funcionarios Chinos era una pesada carga, la presencia de tantos Chinos agotaba los recursos locales y provocaba inflación y escasez, lo que generaba un larvado resentimiento contra la ocupación China. La mayoría de la población del Tibet ofrecía una resistencia psicológica pasiva a los intentos reformistas Chinos. El Dalai Lama seguía contando con el respeto de sus vasallos, a pesar de todas las tentativas Chinas para desacreditarlo. El Pacham Lama y el Gobernador de Chamdo, Ngaboo, servían a los interés políticos Chinos, pero su respaldo popular era mínimo.

Ante estos fracasos, los Chinos, frustrados y hasta indignados en no avanzar y obtener resultados de transformar a la sociedad del Tibet hacia el Socialismo, aceleraron las presiones contra el Dalai Lama y las bases sociales y económicas del país. Hubo Tibetanos que empezaron a mostrar signos de oposición mas activa. Pronto la oposición política se transformo en insurrección en el este del país, habitado por las Tribus Khambas. El Ejercito Chino respondió atacando los Monasterios Budistas, considerados centros reaccionarios e inspiradores de la rebelión. La persecución a los Monjes lo que consiguió fue que el descontento se extendiera al resto del país, y en lugar de reducirse, aumentara la escalada guerrillera. Las estratégicas carreteras que atravesaban la Provincia de Chamdo pasaron a convertirse en foco de las incursiones de los Khambas. Las continuas emboscadas obligaron al Ejercito Chinos a recurrir cada vez mas al transporte aéreo.

En 1957, los Chinos se dieron cuenta que habían ido demasiado rápido. Habían intentado realizar demasiadas reformas y cambios drásticos al mismo tiempo y con demasiada rapidez. Chou En Lai anuncio en Pekín que había que dar mas tiempo al Tibet para que asimilara las ventajas del Mundo Socialista. Asimismo, a partir de ahora no iba a existir tanto intervencionismo en la sociedad y la economía por parte de los Funcionarios y Asesores Chinos, se iría mas despacio y se intentaría cambiar las estructuras poco a poco. Muchos Chinos regresaron a sus casas y se alivio algo el nivel de tensión. Sin embargo, la oleada de refugiados procedentes de Chamdo llevo a Lhasa el espíritu de revuelta. Las concesiones Chinas, en lugar de apaciguar a los Tibetanos, espolearon aun mas su resistencia y rebeldía.

En 1959, los Chinos provocaron una nueva revuelta Tibetana como resultado del Trato, descortés e imprudente, que dispensaron al Dalai Lama. El Gobernador Militar Chino de Lhasa lo cito a horas intempestivas, el Dalai se negó a entrevistarse a esas horas y rechazo la invitación. El primero monto en cólera y corrió el rumor entre el pueblo que en realidad los Chinos querían que abandonara su Palacio para secuéstralo. Fuera cierto o no, la población de Lhasa rodeo el Palacio para custodiarlo e impedir que el Dalai saliera. Los Chinos se lo tomaron como una prueba de fuerza y tomaron una actitud amenazadora, desplegando tropas. La población de la ciudad respondió atacando a varios Militares Chinos en las calles, varios fueron lapidados por la multitud.

El Dalai se vio metido sin quererlo en un grave dilema. Por una parte no podía doblegarse a los Chinos, por otra no aprobaba el empleo de la fuerza por su pueblo para protegerlo. Al objeto de escapar de esta insostenible situación, abandono el Palacio en secreto y busco el exilio en la India. Al poco de la partida, los Chinos bombardearon el Palacio de Verano de Lhasa, murieron gran numero de civiles Tibetanos. Esto provoco la rebelión de los Khamba en todo el Tibet, junto con sus aliados locales se lanzaron contra la guarnición China de la capital.

El Ejercito Chino recibió refuerzos por aire y los atacantes sufrieron importantes bajas, poco podían los viejos fusiles y las espadas contra las ametralladoras. Al poco la rebelión estaba controlada en Lhasa y en las Provincias Centrales. En los meses que siguieron, cerca de 100.000 Tibetanos murieron durante el conflicto. Según la versión de los Chinos, al Dalai Lama lo habían secuestrado y llevado a la India los Imperialistas Occidentales. Lo que resulta casi evidente es que el Ejercito Chino, si se lo hubiera propuesto hubiera podido impedir la huida. En realidad dejaron que escapara por la frontera India de Assam. Sin el Dalai Lama en Lhasa, los Chinos se sacaron de encima el principal obstáculo para controlar y adoctrinar en el marxismo al pueblo Tibetano. El gobierno del Tibet fue abolido y Pekín le apretó las clavijas por fin a todo el país.

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4 comentarios:

  1. que los chinos tienen razon en pensar que nadie mejor que ellos pueden resolver sus asuntos

    lamentablemente los estados unidos y sus aliados encontraran la manera de hacer que los chinos contesten con violencia a sus provocaciones

    ahi esta el ejemplo del dalai lama hacia taiwan....

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  2. Esto no es más que comentarios moralmente perversos, que no tienen fundamento comprobado.

    Se nota que armas historia sólo para llamar la atención sin preocuparte de si estás dañando la imagen de alguien y sin tener las versiones reales comprobadas.

    Claramente desconoces y manipulas la información a tu antojo.

    Sólo por tener una opinión diferente perjudicas la imagen de muchos de los que mencionas SIN TENER CERTEZA de la recopilación que haz hecho.

    Sentado desde un computador haciendo copy paste de lo que deja mal a otras personas, no puedes dar una opinión de este tipo de un pueblo que ha sufrido tanto como el tibetano.

    Has estado realmente en lugar de los hechos? Has tenido oportunidad de hablar directamente con gente tibetana, con los lamas o con el Dalai Lama mismo que mencionas tanto?

    Has comprobado TU VERSION DE LOS HECHOS con ambos lados, si es así eres un historiador y no deberías estar perdiendo el tiempo sin escribir un libro realmente fundamentado.

    Preocúpate de tus cosas personales que seguro no han de andar bien, de eso si debieras estar informado, no se explica de que otra forma te has hecho el tiempo para buscar el llamar la atención armando cuentos.

    Esto no es más que comentarios moralmente perversos, que no tienen fundamento comprobado.

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  3. La primera frase explica lo que realmente quiere provocar, es un ejemplo típico de un relato perverso que provoca que las personas duden o no quieran comentar algo distinto, tomando mentiras-verdades, afirmando así su relato fantasioso en pequeñas cosas reales puntuales, que pueden incluso no tener relación.

    "Habla (o escribe) cuando tus palabras sean tan dulces como el silencio"

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  4. Hola Anónimo

    Eres libre de comentar y montar la historia que mas te guste, incluso te doy la razón en casi todo lo que argumentas, pero solo yo decidiré en que dedico mi tiempo y si al hacerlo me equivoco al menos serán mis fallos. Ninguna "verdad" contentará a todos, con que me satisfaga a mí me conformo.

    Siéntete libre de seguir comentando o argumentando lo que estimes oportuno.

    Un abrazo

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