La defensa contra los depredadores
Conocimiento, denuncia, determinación, valentia y respuesta en grupo.
El Crepúsculo de los Psicópatas
Dr. Kevin Barrett The Canadian 5/01/2008
Traducido por Señales de los Tiempos
“Nuestra sociedad está dirigida por dementes con objetivos dementes. Creo que estamos siendo dirigidos por maniáticos para fines maniáticos y creo que me pueden encerrar como demente por expresar esto. Esto es lo que es demente.” – John Lennon, antes de ser asesinado por Mark David Chapman, sujeto de control mental de la CIA.
Cuando a Gandhi se le preguntó su opinión de la civilización occidental, respondió que sería una buena idea. Pero esas palabras tan citadas son engañosas porque asumen que la civilización es una bendición sin límites.
La gente civilizada, se nos dice, vive pacífica y cooperativamente con sus semejantes, compartiendo la labor necesaria para obtener el tiempo libre de desarrollar las artes y las ciencias. Y mientras que eso sería una buena idea, no es una buena descripción de lo que ha estado ocurriendo en las llamadas culturas avanzadas durante los últimos 8,000 años.
La civilización como la conocemos es en gran parte la creación de psicópatas. Todas las civilizaciones, la nuestra incluida, han estado basadas en esclavitud y “guerra”. A propósito, el último término es un eufemismo para el asesinato en masa.
La receta prevaleciente para una civilización es simple:
1) Utilizar mentiras y lavado de cerebro para crear un ejército de asesinos en masa controlados y sistemáticos.
2) Utilizar ese ejército para esclavizar a grandes números de personas (en otras palabras tomar control de su poder de trabajo y sus frutos).
3) Utilizar el trabajo esclavizado para perfeccionar el proceso de lavado de cerebro (utilizando el excedente económico para emplear escribanos, sacerdotes y hombres de relaciones públicas). Luego regresar al primer paso y repetir el proceso.
Los psicópatas han jugado un papel desproporcionado en el desarrollo de la civilización, porque están predispuestos a mentir, matar, lastimar y en general provocar enorme sufrimiento en otros seres humanos sin sentir ningún remordimiento. El inventor de la civilización – el primer jefe tribal que exitosamente fue capaz de lavar el cerebro a un ejército de asesinos masivos controlados – fue casi sin duda un psicópata genético. A partir de ese importante descubrimiento, los psicópatas han disfrutado de una ventaja significativa sobre los no-psicópatas en la lucha por el poder en las jerarquías de las civilizaciones – especialmente las jerarquías militares.
Las instituciones militares están hechas a la medida por asesinos psicopáticos. El aproximadamente 5% de varones humanos que no siente ningún remordimiento por matar a sus semejantes seres humanos son los mejores soldados. Y el 95% que son extremadamente reacios a matar resultan muy malos soldados – a menos que se les lave el cerebro con sofisticadas técnicas modernas que los convierten (esperamos que temporalmente) en psicópatas funcionales.
En su libro On Killing, el Teniente Coronel David Grossman ha reescrito la historia militar para subrayar lo que otras historias ocultan: el hecho de que la ciencia militar se trata menos de estrategia y tecnología que de superar la resistencia humana instintiva de matar miembros de nuestra propia especie. La verdadera “Revolución en Asuntos Militares” no fue el paso a alta tecnología de Donald Rumsfeld en el 2001, sino el descubrimiento del General Brigadier S.L.A. Marshall en los años 40s de que sólo entre 15 y el 20% de los soldados de la Segunda Guerra Mundial sobre la línea de fuego disparó sus armas: “Aquéllos (80-85%) que no dispararon no corrieron ni se escondieron (en muchos casos estuvieron dispuestos a arriesgarse a enormes peligros para rescatar camaradas, tomar municiones o enviar mensajes), pero simplemente no le dispararon al enemigo, incluso al ser enfrentados con repetidas olas de cargas banzai” (Grossman, p. 4).
El descubrimiento de Marshall y la investigación subsecuente probó que en todas las guerras previas una pequeña minoría de soldados – el 5% que son psicópatas de nacimiento, y quizá unos pocos imitadores temporalmente dementes – hicieron casi toda la matanza. Los hombres normales sólo siguieron con la rutina y, de ser posible, se rehusaron a tomar la vida de un soldado enemigo, incluso si eso significaba renunciar a la suya propia. La implicación: Las guerras son asesinatos masivos ritualizados de psicópatas por no psicópatas. (¡Esto no puede ser bueno para el legado genético de la humanidad!).
El trabajo de Marshall provocó una revolución copernicana en la ciencia militar. En el pasado, todo mundo creía que el soldado dispuesto a matar por su país era la norma (heroica), mientras que uno que se rehusaba a pelear era una aberración (cobarde). La verdad resultó ser que el soldado normativo era representado por el cinco por ciento psicopático. La mayoría cuerda prefería morir que pelear.
La implicación, demasiado atemorizante para ser digerida por completo incluso por quienes son como Marshall y Grossman, era que las normas para el comportamiento de los soldados en batalla fue impuesta por psicópatas. Eso quería decir que psicópatas estaban en control del ejército como institución. Peor aún, quería decir que los psicópatas estaban en control de la percepción de la sociedad de asuntos militares. Evidentemente los psicópatas ejercieron una enorme cantidad de poder en la sociedad aparentemente sana y normal.
¿Cómo puede ser esto? En Ponerología Política, Andrzej Lobaczewski explica que los psicópatas clínicos disfrutan de ventajas incluso en competencias no-violentas de escalar rangos de jerarquías sociales. Porque pueden mentir sin remordimiento (y sin el estrés psicológico que los delata y que es medido por pruebas de detector de mentiras), los psicópatas pueden siempre decir lo que sea necesario para obtener lo que quieren. En la corte, por ejemplo, los psicópatas pueden decir mentiras extremadamente descaradas de manera creíble, mientras que sus oponentes cuerdos tienen la desventaja de una predisposición emocional de permanecer cerca de la verdad. Muy a menudo, el juez o jurado imagina que la verdad debe estar en algún sitio a la mitad, y luego emite decisiones que benfician al psicópata. Como con los jueces y jurados, igual ocurre con aquéllos a cargo de tomar decisiones concernientes a quién promover y a quién no promover en jerarquías corporativas, militares y de gobierno. El resultado es que todas las jerarquías quedan inevitablemente cargadas de psicópatas.
Los llamados teóricos de la conspiración, algunos de los cuales merecen la connotación peyorativa de ese término tan abusado, a menudo imaginan que sociedades secretas de judíos, jesuitas, banqueros, comunistas, bilderberguers, extremistas musulmanes, papistas y demás, están secretamente controlando la historia, cometiendo actos maliciosos y/o amenazando con tomar el mundo. Como un “teórico de la conspiración” líder, de acuerdo a Wikipedia, me siento eminentemente calificado para ofrecer una teoría de la conspiración alternativa que, al igual que la teoría de la conspiración alternativa del 11-S, es más sencilla y más precisa que la prevaleciente sabiduría convencional: La única conspiración que importa es la conspiración de los psicópatas contra el resto de nosotros.
Detrás de la aparente demencia de la historia contemporánea se encuentra la demencia real de psicópatas luchando por preservar su poder desproporcionado. Y a medida que el poder se ve cada vez más amenazado, los psicópatas se desesperan más. Estamos presenciando la apoteosis del supramundo – el sindicato criminal o el grupo de sindicatos superpuestos que se mueve por encima de la sociedad y ley ordinaria del mismo modo que el submundo se mueve por debajo de ellos. Con el 11-S y las guerras del 11-S estamos viendo la toma de poder final o “jugada final” desesperada de bandas brutales y astutas de dirigentes de narcotráfico de la CIA y presidentes asesinos; banqueros internacionales lavadores de dinero y sus asesinos a sueldo, en términos económicos y demás; contratistas militares corruptos y sus entusiastas generales; depredadores corporativos y sus ayudantes políticos; lavadores de cerebro y violadores de mentes eufemísticamente conocidos como expertos en operaciones psicológicas y especialistas de relaciones públicas – en breve, toda la enferma pandilla de psicópatas certificados que dirigen nuestra llamada civilización. Y se están asustando. Fue su terror de perder el control el que proyectaron sobre el resto de nosotros al derribar las Torres Gemelas e incitar terror y odio psicopático temporal en el público norteamericano.
¿Por qué teme la patocracia que está perdiendo el control? Porque se siente amenazada por el esparcimiento del conocimiento. El mayor temor de cualquier psicópata es el ser descubierto. Como dijo George H. W. Bush a la periodista Sarah McClendon en diciembre de 1992, “Si la gente supiera lo que hemos hecho, nos perseguirían por las calles y nos lincharían”. Dado que se ha reportado que Bush ha participado en fiestas donde prostitutas niñas fueron sodomizadas y abusadas, entre sus muchos otros crímenes, su declaración a McClendon debería ser tomada en serio.
Los psicópatas van por la vida sabiendo que son completamente diferentes de otras personas. Aprenden rápidamente a esconder su falta de empatía, mientras que estudian cuidadosamente las emociones de otros para imitar la normalidad mientras que manipulan con sangre fría a los normales.
Hoy, gracias a nuevas tecnologías de la información, estamos al borde de desenmascarar a los psicópatas y construir una civilización de, por y para el ser humano normal – una civilización sin guerra, una civilización basada en verdad, una civilización en la que los pocos santos en lugar de los pocos diablos graviten hacia las posiciones de poder. Ya tenemos el conocimiento necesario para diagnosticar a las personalidades psicopáticas y mantenerlas fuera del poder. Tenemos el conocimiento necesario para desmantelar las instituciones en las que los psicópatas florecen especialmente – agencias militares y de inteligencia, grandes corporaciones y sociedades secretas. Simplemente necesitamos diseminar este conocimiento y la voluntad de hacer uso de él tanto como sea posible.
Por encima de todo, necesitamos informarle al público acerca de cómo los psicópatas asimilan y corrompen a los seres humanos normales. Un modo en que hacen esto es manipulando la vergüenza y la negación – emociones foráneas para los psicópatas pero comunes y fácilmente inducidas entre los normales.
Consideren cómo reclutan nuevos miembros las bandas y sociedades secretas (gremios de psicópata disfrazados). Algunas bandas criminales y sectas satánicas exigen que sus candidatos a ser admitidos cometan un asesinato y “se ganen el rango”. Cráneo y Huesos, la sociedad secreta basada en Yale que provee a la CIA de narcotraficantes, violadores de mentes, abusadores de menores y asesinos profesionales, requiere que los neófitos se acuesten desnudos en un ataúd en frente de miembros mayores y se masturben mientras recitan la historia sexual entera del candidato. Al forzar al neófito a llevar a cabo comportamiento ritualizado que sería horrendamente vergonzoso en la sociedad normal, el gremio de psicópatas destruye la personalidad normal del candidato, asumiendo que tuviera una en primer lugar, y convierte al individuo en una sombra asimilada, corrompida y degradada del ser que era – un psicópata fabricado o aprendiz de psicópata.
Esta manipulación de la vergüenza tiene el beneficio añadido de convertir a las organizaciones psicopáticas efectivamente invisibles ante la sociedad normal. A pesar de reportes de medios fácilmente disponibles, los votantes norteamericanos del 2004 simplemente se rehusaron a ver que los dos candidatos presidenciales de los grandes partidos se acostaron desnudos en un ataúd masturbándose en frente de miembros más viejos de Cráneo y Huesos para ser admitidos y convertirse en miembros del supramundo criminal. Del mismo modo, muchos norteamericanos se han rehusado por mucho tiempo a ver que los elementos pro-guerra del supramundo, operando a través de la CIA, han obviamente sido los asesinos de JFK, MLK, RFK, JFK Jr., Malcolm X, Che, Allende, Wellstone, Lumumba, Aguilera, Diem y otros innumerables líderes relativamente no psicopáticos. Se rehúsan a ver el continuo asesinato de millones de personas alrededor del mundo en lo que equivale a un holocausto norteamericano. Se rehúsan a ver la evidencia de que los gremios psicóticos que controlan las más poderosas instituciones norteamericanas utilizan las más horribles formas de abuso sexual imaginable para inducir desórdenes de personalidad múltiple en víctimas infantiles y luego utilizar a los resultantes esclavos de control mental como narcotraficantes, prostitutas, candidatos de Manchuria e incluso enviados diplomáticos desechables. Y por supuesto se rehúsan a ver que el 11-S fue un trabajo interno transparentemente obvio, y que su propio aparato de inteligencia y militar dominado por psicópatas está detrás de casi cada una de las mayores atrocidades terroristas de décadas recientes.
Todo este comportamiento psicopático en la cúspide de la jerarquía social es simplemente demasiado vergonzoso para que la gente ordinaria lo vea, de modo que voltean la mirada, del mismo modo que las esposas de maridos que abusan sexualmente de sus hijos a veces se rehúsan a ver lo que está ocurriendo en plena vista. Si la negación profunda fuera un río en Egipto, la ceguera voluntaria de los ciudadanos norteamericanos sería más como el Pozo de las Marianas.
Pero gracias al poder del Internet, la gente en todas partes está despertando. El único candidato republicano presidencial obviamente no psicopático, Ron Paul, también es el único candidato de cualquier partido con un significativo apoyo de base.
Si el “amor” está insertado en la Revolución que Ron Paul anuncia, es porque el Dr. Paul – un médico gentil y de dulce hablar que ha asistido el parto de más de 4,000 bebés – implícitamente reconoce que el gobierno es la invención y herramienta de psicópatas, y por lo tanto debe ser estrictamente limitado en alcance y sujeto a un riguroso sistema de chequeos y contrapesos, para que las herramientas de los psicópatas, miedo y odio, no reemplace al amor como el pegamento que une a la sociedad.
El declive del militarismo desde la Segunda Guerra Mundial en países avanzados, el esparcimiento del alfabetismo y las tecnologías de la comunicación, y las crecientes demandas de la gente por una vida mejor, juntos representan una fuerza aglomerante que aterroriza a los patócratas, (esas bandas de psicópatas alternativamente competidoras y cooperativas que han gobernado a través de mentiras, miedo e intimidación desde el inicio de la llamada civilización).
Ya que las armas nucleares han hecho a la guerra obsoleta, la patocracia está aterrorizada de que su mecanismo de control social favorito – asesinato masivo ritualizado – esté cada vez menos disponible. Y si la guerra fue la gran tragedia humana, el patético intento de los patócratas de sustituirla – la transparentemente falsa “guerra contra el terrorismo” – la repite como extrema farsa.
Ciertamente, estamos atestiguando el crepúsculo de los psicópatas. Si en sus espasmos de muerte tienen éxito en bajar la cortina de la noche eterna sobre todos nosotros, o si los resistimos y sobrevivimos para ver el amanecer de una civilización digna del nombre, es la gran decisión en la que el resto de nosotros, tan humildemente como sea, estamos participando ahora.
Acerca del autor:
El Dr. Kevin Barrett, cofundador de la Alianza Musulmana Cristiana Judía para la Verdad del 11-S, LINK, ha enseñado inglés, francés, árabe, civilización norteamericana, humanidades, literatura africana, folklor e islam en colegios y universidades en el área de la bahía de San Francisco, París y Madison, Wisconsin. Barrett se convirtió en activista de la verdad del 11-S en el 2004 luego de leer The New Pearl Harbor de David Griffin y llevar a cabo investigación de seguimiento que lo convenció de que Griffin había resumido con precisión la evidencia indicando que el 11-S fue un trabajo interno.
En verano del 2006, legisladores republicanos estatales y comentaristas de noticias de Fox exigieron que Barrett fuera despedido de su trabajo enseñando una clase introductoria de islam en la universidad de Wisconsin-Madison, pero la universidad se rehusó y Barrett obtuvo altas calificaciones de sus estudiantes. Ha aparecido en muchos documentales, da pláticas sobre el 11-S y tiene tres programas de radio en tres diferentes redes patriotas.
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"El problema del liderazgo patológico es el problema político fundamental de nuestra era. No es coincidencia que nos de la impresión de que la sociedad está enferma. ¿Como puede ser de otra manera si aquellos que definen a la sociedad están enfermos?" Henry See (mas en SOTT)